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TRIBUNA

El infantilismo

Natalia K. Denisova
sábado 03 de agosto de 2019, 19:25h

Llegan las fiestas patronales a los pueblos de España. En vísperas de estas celebraciones se han resuelto muchos pactos: habemus, por ahora, el pacto en la Comunidad de Madrid y conocemos algo sobre la cesión de Navarra a los nacionalistas. Se conocieron las encuestas: el PSOE crece por arte de magia o por las mañas de Tezanos. Además, sabemos que el mes pasado ha sido el peor mes de julio en términos del empleo desde 2008. En fin, un conjunto de noticias que invita a una meditación detenida a cada ciudadano.

A pesar de esto, pocos son los que perciben la grave situación económica, y menos son los que prestan oido a las advertencias de lo que se avecina. En realidad, habrá que reconocer que nos diluimos en las puerilidades vacacionales y nuestra máxima aspiración se reduce a la “desconexión”. Ya lo veremos todo después. ¿No hay en todo esto algo de puerilidad? ¿Acaso no es pueril la actitud del gobierno? El desempleo se resuelve con más empleo público, el déficit con más impuestos y los numerosos nacionalismos regionales con la “negociación”. ¿Y dónde está la oposición? ¿A qué aspiran los políticos? La profunda desolación entra cuando uno lee las palabras de Santa Teresa: “…siempre habían de mirar que son cimiento de los que están por venir. Porque si ahora los que vivimos no hubiésemos caído de lo que los pasados, y los que viniesen después de nosotros hiciesen otro tanto, siempre estaría firme el edificio.” Nada más lejano de nuestra realidad.

La realidad política y el sentir ciudadano, en general, es bien distinto de “reforzar los cimientos”. La edad mental de nuestra sociedad no llega a la mayoría de edad y no lo hace voluntariamente. Más fácil es pensar en el día a día, apelando a lo efímero de nuestra existencia. Así, nos dejamos llevar por las menudas “pasioncillas” y rencores menores y mezquinos, que no se corrigen ni son percibidos como algo reprobable. Gracias a esto la vida adquiere unos matices amenos e interesantes, divertidos y curiosos, pero de valor escaso para la vida civil madura que contempla algo más allá de los festivales jocoso-florales de ámbito provincial.

El infantilismo persigue a nuestra sociedad. Presta está su caída.

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