CENSURA OLÍMPICA
Javier Cámara
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javiercamaraelimparciales/12/12/24
jueves 07 de agosto de 2008, 22:15h
El término “libertad”, referido en una de sus acepciones al pensamiento, es, según nuestra Real Academia Española, ese “derecho de manifestar, defender y propagar las opiniones propias”. Igualmente, si cualquiera de ustedes acude a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, concretamente hasta el artículo 19, podrá leer: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".
Bueno, pues nada de esto sucede en China, un país que sigue encabezando el ranking de ejecuciones de penas de muerte y en el que se desconoce el número de presos políticos porque las autoridades no dan cifras, ni permite que se consigan.
Ahora, en Pekín 2008, en los Juegos Olímpicos, en el momento en que la atención internacional está puesta en el país asiático –y que podría ser una oportunidad perfecta para demostrar unas democráticas intenciones de cambio–, el Gobierno chino sigue dando ejemplos de “libertad”.
El estricto control por parte de la dictadura que gobierna este país ha llevado a que la Beijing Olympic Broadcasting pretenda transmitir el vídeo de los juegos con 10 segundos de retraso para poder de esta forma tener tiempo suficiente para cortar la imagen en el supuesto de que aparezca algo “indeseado”.
Y digo yo: ¿Me podrían decir qué significa “indeseado”? ¿De qué tienen miedo? ¿Quizá buscan evitar que se reclamen ciertos derechos en determinados sitios? ¿Acaso piensan que el resto del mundo no sabe o se imagina lo que pasa allí dentro? ¿O es que temen que se descubra que todavía es peor?
Por otra parte, ha sido noticia que los cuatro activistas que expresaron su opinión desplegando una pancarta en favor de la independencia del Tíbet han sido expulsados por las autoridades chinas. Esto no llamaría tanto la atención si no fuera porque se va a hacer lo mismo con los propios deportistas. El presidente del Comité Olímpico Español, por exigencia del presidente del Comité Olímpico Internacional, ha advertido ya a los deportistas españoles: El que haga declaraciones de contenido político será expulsado de los Juegos. ¡Es como hacer un cocido sin garbanzos!
Del mismo modo, los expertos aseguran que en muy poco tiempo China será la primera potencia mundial exportadora. Eso está bien, siempre se ha hablado del despertar del “gigante asiático”, pero ¿a costa de qué?
Habría que recordarle a algunos de sus dirigentes que “trabajar como chinos” no es precisamente una expresión que vaya asociada a derechos de los trabajadores. A uno más bien le vienen imágenes de personal hacinado en condiciones infrahumanas y con jornadas interminables. China no conseguirá un desarrollo pleno y un reconocimiento internacional digno hasta que no respete los derechos humanos de sus ciudadanos.
El mismo presidente del COI decía en un artículo publicado en 2007 que los Juegos Olímpicos sólo pueden ser un acicate del cambio y no una "panacea". Pues si los Juegos no van a ser ese remedio o solución general para cualquier mal, por lo menos que la atención internacional y su presión sobre lo que rodea al país organizador sirva de impulso para que China alcance los valores democráticos que todos esperamos.
Periodista
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