Es tradicional en el Parlamento británico que cada año, al inicio de su actividad tras el discurso de la reina y tras que vuelvan los comunes a su casa y antes de debatir sobre lo que la reina ha dicho, se presente un proyecto de ley que ni se pone en la agenda ni se imprime ni se continua después debatiendo. Es un proyecto de ley simbólico, como la maza que tienen colocada encima de la mesa cada vez que se reúnen y que representa la autoridad real. Con ese proyecto de ley los comunes demuestran que debaten sobre lo que ellos quieren y que no están sometidos a la maza aunque la tengan delante y lleva el título de “A bill for the more effectual preventing of clandestine outlawries” o sea proyecto de ley para prevenir más eficazmente los rebeldes clandestinos.
Los rebeldes que andan por ahí clandestinamente son lo que aquí entendemos por aquellos que no comparecen a juicio cuando se les cita. Antiguamente los rebeldes eran los que estaban fuera de la ley, que es lo que significa outlawries y eso era así porque ser rebelde era una pena y el rebelde estaba muerto civilmente aunque estuviera vivo. O sea que dejaba de existir como ciudadano, lo cual era equivalente a ser desterrado pero sin moverse del sitio. Así, al muerto no se le podía dar ni comida ni cobijo ni nada de nada porque era un muerto civil aunque estuviera vivo; total que al final se acaba muriendo de verdad. O por decirlo de manera más coloquial, que era un zombi.
Un zombi, según la religión vudú, es una persona difunta que puede volver a la vida gracias a un hechicero. Por los hábitos de comida, los pantalones rasgados, su aspecto demacrado por salir tanto de noche y la pérdida de toda relación con el ser humano anterior que era, es lo mismo que hoy diríamos un esclavo de la moda pero en muerto. Y son peligrosos porque si un zombi te muerde te conviertes tu también en zombi, o sea que al final puede acabar todo el mundo zombi, porque a ver a quien no le ha dado alguna vez un mordisco alguien así. De esa forma pueden montarse desfiles zombis (que ya los hay) e incluso llegar al Apocalipsis zombi, cuando ya es toda la población la que adquiere esas costumbres.
Hay dos tipos de espíritu en un zombi: el gros bon ange y el ti bon ange. Al primero se le atribuye la memoria, los sentimientos y la personalidad, de modo que perder el gros equivale a perder la vida. El ti, en cambio, está ligado a la conciencia y representael zombi incorpóreo y es lo que te puede robar el hechicero. Concretamente el proceso de zombificación más habitual es el siguiente:
El hechicero se apodera del alma del sujeto a través de una grieta en la puerta de su casa, o como si dijéramos se vale de un resquicio legal, para luego traspasarla a una botella o recipiente similar, de modo que cuando áquel enferma, muere y es enterrado, es decir cuando se ha retirado o se va a retirar y no termina de retirarse como miembro de la Unión Europea siguiendo el artículo 50º del Tratado, entonces el hechicero (la Unión Europea) va al cementerio y con permiso del enterrador extrae el miembro del cuerpo, perdón al revés, el cuerpo del miembro, y le pone debajo de la nariz la botella con su alma, mientras le administra una poderosa droga que le revive, o sea como si le diera una prórroga legal, porque muerto del todo no estaba.
El fisicalismo, que no hay que confundir con el fiscalismo, es una teoría que afirma que la conciencia fenoménica puede ser explicada por la física, de modo que un zombi sería una criatura idéntica molecularmente a un ser humano o a un estado democrático de derecho, si se tratase de una persona jurídica, que tiene aparentemente una conducta humana o estatal, pero que carece de sentimientos, o sea que ve y oye y te cobra impuestos, pero en realidad no hace nada; o sea cobrar si, pero lo demás no, y lo mismo pasa con las leyes, que son de mentiras.
En conclusión, que la retirada de un estado miembro prevista en el artículo 50º del Tratado de la Unión es lo más parecido que hay jurídicamente a un proceso de zombificación. Así que ahora en la Cámara de los Comunes tienen la oportunidad de aprobar, de verdad, y poner en práctica, de verdad, el proyecto de ley de los zombis porque motivo tienen para ese fin, cuando además la Unión Europea les ha dado de plazo para irse definitivamente hasta Halloween.