La gravísima situación en Cataluña no se resuelve con paños calientes, con frases estúpidas sobre la “proporcionalidad y la moderación”. El Gobierno está obligado a perseguir, detener y poner a disposición judicial a los delincuentes. España no puede, como dice con cursilería y estupidez el presidente en funciones, “esperar a que se restablezca la tranquilidad y la convivencia”. Tiene que actuar ya.
Los terroristas callejeros han tomado Cataluña. Desde que el lunes se conoció la sentencia del Tribunal Supremo, Barcelona y las principales ciudades se han convertido en un campo de batalla donde los delincuentes independentistas agreden impunemente con piedras, bengalas y todo tipo de objetos contundentes a la Policía que ,”por órdenes superiores” aguanta estoicamente la humillación sin poder responder como corresponde. Este viernes, en el centro de la ciudad condal, en Vía Laietana, los Mossos estuvieron más de una hora aguantando las agresiones de los CDR sin actuar, atenazados por la estúpida moderación ordenada por Pedro Sánchez. Durante esos eternos sesenta minutos, los radicales incendiaron con toda tranquilidad varios contenedores en mitad de la calle, arrancaron las señales de tráfico, destrozaron escaparates, el asfalto de la calle y hasta pusieron en riesgo las casas de los vecinos, que contemplaban aterrorizados la escena ante el riesgo de que el fuego incendiara sus casas. Al final, los mossos amagaron con cargar y logró dispersar por un rato a los terroristas.
En ningún lugar del mundo, la Policía permite que los delincuentes campen a sus anchas en sus propias narices. Pero en España, en Cataluña, ocurre desde el lunes. La inacción del Gobierno y la complicidad de la Generalidad con los radicales dan alas a los terroristas callejeros para destrozar las ciudades impunemente. De momento, más de doscientos agentes están heridos, ochocientos contenedores, destrozados, y cien vehículos de la Policía dañados. Los primeros cálculos, que serán ampliamente superados, hablan de que los destrozos costarán más de dos millones de euros. Mientras, los terroristas callejeros esperan tranquilamente en sus casas para entrar en acción esta misma noche.
Quim Torra debería ser inhabilitado, incluso encarcelado por su complicidad con los CDR. Pero Pedro Sánchez no puede seguir ni un día más al frente del Gobierno si no es capaz, como es su obligación, de poner en marcha todas las armas del Estado de Derecho para impedir que los terroristas callejeros destrocen Cataluña, mientras él “espera que se restablezca la tranquilidad y la convivencia”. Si no es capaz de actuar, debería dimitir. España no se merece a un presidente cobarde, a un progre tiquismiquis que no sabe que la Policía está para mantener el orden, no para ser apaleada y humillada por unos terroristas imberbes. Eso no es moderación. Es pura estupidez. Y lo que es peor para él, que no para España, el 10-N puede sufrir una severa derrota en las urnas si no reacciona y actúa ya.