Los capitalinos perdieron el liderato y la compostura por la propuesta de Zidane, la falta de intensidad y de pegada. La receta nociva conocida. Los baleares, sin embargo, fueron valientes y llegaron a la orilla defendiendo. Por Diego García
El Real Madrid se midió este sábado con el Mallorca en Son Moix. Buscaba el bloque capitalino la posibilidad de recuperar el liderato liguero y las sensaciones perdidas, en un encuadre en el que visualizaban de cerca el inicio del trascendental doble enfrentamiento ante el Galatasaray en Liga de Campeones. Y los isleños, en su caso, se mentalizaron para abordar una cosecha de puntos que multiplicara su convicción -por lo ilustre del evento- y les ayudara a salir de la impaciencia clasificatoria.
Vicente Moreno no variaría su filosofía de juego agresiva y valiente. Desplegaría el característico 4-3-3 en el que Baba organizaría, de la mano de Salva Sevilla, para que la inteligencia del punta Budimir y la velocidad de Lago Junior y Dani Rodríguez generaran problemas a la zaga madridista. Valjent y Antonio Raillo guardarían al meta Manolo Reina, con Joan Sastre y Fran Gámez en el papel de carrileros largos. El dibujo se completaría con el esfuerzo de ida y vuelta de Aleix Febas.
Zinedine Zidane, por su parte, hubo de lidiar con las ausencias de Gareth Bale, Carvajal, Modric, Kroos, Lucas Vázquez o Eden Hazard. Lo hizo apostando por el fútbol de calidad y llamando al desequilibrio de su esquema, pues colocó a James Rodríguez y a Isco en torno a Casemiro y fijó a Vinicius, Benzema y Jovic arriba. Varane fue suplente -rotaciones-, hecho que puso a Militao como pareja de Sergio Ramos, con Courtois bajo palos y Marcelo y Odriozola en las bandas. Por tanto, se la volvía a jugar el técnico con sus decisiones.

El envite arrancaría con un espejismo en el que los merengues domesticaron el tempo con posesiones horizontales. Pero no pasaría de esa condición pasajera precoz, pues el mandato del ritmo y de la ocupación de espacios correspondería a los 'Bermellones'. El Mallorca presionaría muy arriba, ahogando la salida de pelota oponente y forzando pérdidas que desembocaban en contragolpes frenéticos para los que el 4-3-3 visitante no estaba preparado. Y la ruptura de líneas peninsular les costaría a los candidatos a todo un golpe de realidad abrupto.
Había abierto el fuego un zurdazo de Isco en el segundo minuto, toda vez que Odriozola se incorporó y centró atrás -tras superar la asfixia táctica-, pero el primer zarpazo local inauguraría el marcador. La descoordinación tras error posicional del equipo madrileño promocionó la excepcional apertura de Budimir que germinó en una contra que dejó a Lago Junior en mano a mano con Odriozola. James llegó tarde a la cobertura y el marfileño trazó una diagonal culminada en un derechazo angulado y pegado al poste para el 1-0 -minuto 8-.
No quedaría ahí la desnudez de las complicaciones del Madrid para cohesionarse. En el minuto 15 un error garrafal tejido entre Sergio Ramos y Militao, en la salida del juego, regaló la pelota en el área a Budimir, que batió a Courtois. El colegiado facilitó el trago del susto capitalino, pues señaló fuera de juego. Y de inmediato Lago ganó la espalda de Marcelo y centró para que Budimir y Fran Gámez no remataran el segundo de milagro. Se había descosido por completo el sistema y la idea pensados por Zidane. La diferencia de intensidad aplicada por ambos escuadrones agigantó a los baleares y apocó a un gigante reducido a golpes de calidad. Fue el parámetro fundamental para comprender que el recién ascendido tuteaba al aristócrata.

La distancia entre las líneas torpedearía el renacer madridista y les costaría un mundo recuperar la pelota y el mando del enfrentamiento por medio de la posesión. Aún así, supieron pasear sobre el alambre hasta poder bajar las revoluciones y mezclar la horizontalidad con los envíos verticales para la carrera al espacio de Vinicius. El brasileño, muy participativo, desbordaría en varias oportunidades fracasadas por su pobre puntería en el golpeo final. La verdadera producción ofensiva de la delegación de Concha Espina en el primer acto no pasaría de una acción talentosa y descontextualizada: James pintó un pase frontal y aéreo, sedoso y a la espalda de la retaguardia mallorquina, y Benzema remató en escorzo distinguido al travesaño -minuto 27-.
Confiarían los visitantes en el arribo del desinflar de la energía volcánica contrincante y en el entretanto Gámez controló en la frontal y chutó con todo a favor un disparo desviado, in extremis, por Militao -minuto 29-. Y a partir de los 10 minutos previos al descanso adelantarían líneas los pupilos de Zizou, atrincherando a los locales. No abusarían del centro lateral -a pesar de contar con Benzema y Jovic esperando- y buscaron el hueco en combinaciones que concluían en lanzamientos desde media distancia y sin éxito -Marcelo y Casemiro-. El respingo merengue cortó el flujo de contras de un cuadro balear que pasó a centrarse en ganar el intermedio. Y lo lograrían, trasladando el trabajo en el camarín al técnico francés. Isco había sido transparente con el cuero y en el achique, como Jovic, suponiendo una piedra en el camino de la remontada pretendida por sus compañeros. La victoria parcial era jurisdicción del estratega Vicente Moreno.
Lumor Agbenyenu sería la única modificación en el ajedrez -entró por el amonestado Joan Sastre-. Y chutaría cerca del larguero en una transición a las primeras de cambio. En cambio, el devenir prosiguió como pautaba el aumento de la concentración madridista. Los visitantes asumieron un monopolio de la posesión que replegó a un Mallorca que no presionaba y abrazaba de forma definitiva el estilo especulativo. Incluso mejoró el escuadrón peninsular en la cobertura tras pérdida, granjeándose más aplomo. Sólo le faltaría a este buen inicio de reanudación una mayor velocidad de pase. Únicamente un envío en vuelo de Vinicius hacia Benzema inquietaría a Reina. El meta atraparía el chut centrado del francés -minuto 51-.

No se conformaban los 'Bermellones' con sudar en defensa, pegados a su área, para gestionar la ventaja y comparecería Takefusa Kubo -por Aleix Febas-, pues estaban perdiendo el cuero muy rápido. Se aliñaba con más picante la contrarreloj a la que quedó expuesta el Madrid por su lentitud en la entrada en dinámica. James reclamaría la batuta creativa, con Benzema y Vinicius elevando su influencia, mas el asedio no fructificaba en peligro. Un lanzamiento de falta desatinado de Sergio Ramos -minuto 64- constituyó la nómina de llegadas al arco local. En coherencia con ese dato, Zidane casi quemaría las naves: Rodrygo y Fede Valverde dieron respiro a los apagados Isco y Jovic. Músculo y regate para desatascar la elaboración.
En los 20 minutos se tendería a la ruptura generalizada de los amarres tácticos. Amanecía el ida y vuelta perenne y erosivo, un escenario en el que Rodrygo y Vinicius conectaron a placer pero sin concretar en el 70 de partido. Nada más. Los baleares, además, adelantaban las líneas de nuevo. Había hectáreas por recorrer si la precisión era la correcta y, ahí, Odriozola volvió a pecar de exceso de celo y fue expulsado: llegó muy tarde en una pugna irrelevante, como tantas otras veces, pero tenía amarilla y se ganó la segunda. Mutilando parte de la opciones de remontada de su conjunto. Zidane, por enésima vez, se abandonaba a la épica que sólo le ha valido en las Ligas de Campeones vencidas.
El desenlace subrayaría las virtudes del encierro local y el déficit del golpeo decisivo madridista. Un testarazo fuera de Ramos, a la salida de un córner, sería preludio de la entrada de Brahim Díaz y de Trajkovski -por Vinicius, en su versión familiar, y Lago Junior-. No le quedaba a los capitalinos más que confiar a la calidad individual como rescate de la inconsistencia colectiva. Pero el cansancio fue un matiz que afectaría a todos, Reina no sería amenazado y en Palma celebraría el mejor equipo, en tanto que grupo de futbolistas comprometidos y en sintonía coral. En otro capítulo que complica la fe del madridismo en el resurgir de la competitividad perdida en 2018.
- Ficha técnica:
1 - Mallorca: Reina; Joan Sastre (Lumor, min. 46), Raíllo, Valjent, Fran Gámez; Febas (Take Kubo, min. 58), Baba, Salva Sevilla, Dani Rodríguez; Lago Junior (Trajkovski, min. 80) y Budimir.
0 - Real Madrid: Courtois; Odriozola, Ramos, Militao, Marcelo; James, Casemiro, Isco (Rodrygo, min. 65) ; Vinicius (Brahim, min. 81), Jovic (Valverde, min. 65) y Benzema.
Goles: 1-0, min. 8: Lago Junior.
Árbitro: Alberola Rojas (Comité Castilla-La Mancha). Expulsó a Odriozola, del Madrid, por doble tarjeta amarilla en el minuto 74. Amonestó a Joan Sastre y Lagho Junior del Mallorca.
Incidencias: artido correspondiente a la novena jornada de la Liga Santander disputado en el estadio Son Moix. El recinto mallorquinista registró un lleno histórico con más de 20.000 espectadores.