La mesa de diálogo entre Lastra y Rufián es solo una tapadera. Pedro Sánchez negocia con Oriol Junqueras, el político...
La mesa de diálogo entre Lastra y Rufián es solo una tapadera. Pedro Sánchez negocia con Oriol Junqueras, el político delincuente que cometió graves delitos de sedición contra el orden constitucional y que fue condenado por sentencia unánime del Tribunal Supremo.
Para evitar una reacción de los sectores más serios y responsables del PSOE y para no colisionar con la Justicia, Pedro Sánchez se esfuerza por salvar los muebles con declaraciones ambiguas. Utiliza a los sindicatos y asegura que todo se hará dentro de la Constitución. La realidad, sin embargo, se impone. El Frente Popular constituido por el ala socialista de Sánchez y el comunismo de Podemos está pactado. La abstención de ERC se negocia con su presidente encarcelado Oriol Junqueras. Y el paripé de Lastra y Rufián no engaña a nadie que tenga los ojos abiertos.
Pedro Sánchez ha sumergido a España en el albañal de la indignidad. Nunca se había caído tan bajo. El presidente del Gobierno español negocia genuflexo ante el presidente encarcelado de un partido secesionista que le exige el oro y el moro. La opinión pública sigue atónita las jugarretas de un hombre que solo aspira a mantenerse por encima de todo en su poltrona monclovita y que firmará dentro de unos días el último capítulo de la Transición española.
Con el Frente Popular, presidido por Sánchez, concluye el espíritu de conciliación y concordia entre los españoles que significó la Transición. Los personajes más serios del PSOE, Felipe González, Alfonso Guerra y otros muchos, han reaccionado con firmeza ante la tropelía que está a punto de consumarse. Una España diferente, tal vez de nuevo las dos Españas, se perfila para el año 2020.
