El seleccionador nacional lamentó que Rafa Nadal sea madridista.
Luis Enrique pasó por el programa de baloncesto llamado Colgados del Aro. Lo hizo con una actitud desenfadada y para tratar temas de la actualidad y de su pasado como profesional del fútbol. Sin pelos en la lengua, como es habitual en el seleccionador de España, no dudo en sincerarse sobre algunos de los puntos más polémicos de su biografía deportiva.
Cuestionado por cómo ve el regreso de fútbol tras el parón provocado por el impacto del coronavirus, 'Lucho' declaró que "jugar sin aficionados es más triste que bailar con tu hermana". "Es muy feo y lamentable. Puedes escuchar los insultos y perder la intimidad de los grandes momentos", expuso, aclarando que esa es su visión como aficionado que ha contemplado los partidos de la Bundesliga de este fin de semana.
Pero, como jugador, ha confesado que "querría empezar cuanto antes porque no tengo ningún temor" a un posible contagio. "Tenemos que entender que este es un negocio global que genera mucho dinero y a pesar de que el espectáculo es muy diferente a cuando juegas con la gente, puede ayudarnos a pasar el tiempo durante el confinamiento y superar esto", analizó.
El seleccionador subrayó que Rafael Nadal es el mejor deportista español de la historia. Eso sí, matizó esa afirmación con una de sus bromas ("es imposible no quererle, lástima que sea madridista"). Y, tras declarar que Louis Van Gaal fue uno de los mejores técnicos para los que jugó, pasó a ensalzar la figura de Javier Clemente. "Con el tiempo me he dado cuenta que Clemente, a través de lo que generaba, y también tácticamente, llegaba a un nivel de convencimiento. También a través del cariño. Impresionante. Si me dice 'pasa por aquí', paso por ahí; si me dice 'tírate por ahí', lo hago. Me hubiera tirado desde donde hiciera falta por él. Y sí, es la primera vez que lo digo: me gustaría tener mucho de Javier Clemente como entrenador", reflexionó.
No se escondió sobre su rivalidad con el Real Madrid. "No generas ningún odio. Eso es liberación de hormonas que uno tiene ahí dentro. Son como células dañinas. Eso te sirve para expulsar todo ese resquemor. Hay que potenciar que cambien más los jugadores de equipo", argumentó sobre el odio levantado en la afición merengue tras su aterrizaje en el Camp Nou.
Por último, hizo referencia al hecho de haberse ido gratis del Bernabéu al eterno rival, ante el asombro de Fabio Capello -en técnico capitalino recién llegado-. "Ahora que ha pasado mucho tiempo, es una de las cosas bonitas que recuerdo. Yo acabé mi contrato con el Madrid después de cinco años, no llegamos a un acuerdo para seguir. Quisieron renovar pero no llegamos a un acuerdo y a partir de ahí tomé el camino que yo decidí", avanzó antes de zanjar el asunto así: "A todos nos gusta que se hable bien de nosotros. Y en este mundo en el que es tan fácil hablar mal de uno cuando estás expuesto al rumor mediático, después fue gratificante como jugador que el entrenador, en este caso Capello, dijera que no podía entender que me hubiera ido gratis".