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Ensayo

D. Hernández Martínez: El reino de Arabia Saudí...

lunes 07 de septiembre de 2020, 00:24h
D. Hernández Martínez: El reino de Arabia Saudí...

Catarata. Madrid, 2020. 174 páginas. 15,67 €.

Por Alfredo Crespo Alcázar

En El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio, David Hernández Martínez disecciona con rigor científico y de manera estructurada un objeto de estudio que encierra notable dificultad. A la hora de abordarlo, asimismo, huye de los tópicos y de los lugares comunes en sus explicaciones, sugiriendo diversos escenarios de futuro.

En la obra que tenemos entre manos observamos la presencia de una serie de disciplinas académicas (economía, historia y, sobre todo, geopolítica) que el autor relaciona e integra, dando como resultado un todo homogéneo. En este sentido, resulta pertinente que acerque al lector cómo y cuándo surgió Arabia Saudí (año 1932) ya que ello le capacita tanto para establecer una serie de etapas en su desarrollo posterior como para enumerar los tres grandes pilares a través de los cuales ha desplegado su acción interior y exterior desde entonces (corona, petróleo y wahabismo).

A la hora de profundizar en las razones por las cuales Arabia Saudí se ha convertido en el actor regional hegemónico, Hernández Martínez analiza la conducta del mencionado país a través de una serie de etapas fundamentales: la Guerra Fría, la Posguerra Fría, la guerra contra el terrorismo y el escenario postprimaveras árabes. En todas ellas advertimos dos grandes constantes interrelacionadas. Por un lado, el mantenimiento de un deseo inalterable por ostentar y mantener el liderazgo regional (en particular, a partir de los años sesenta). Por otro lado, la oposición a movimientos rupturistas no solo en el interior del país, sino también en las naciones vecinas (por las consecuencias domésticas que ello le podría acarrear).

En íntima relación con esta idea, Arabia Saudí ha mostrado su rechazo al comunismo, al nasserismo y a las Primaveras Árabes. A modo de ejemplo de esta afirmación, el autor subraya que: “La casa de Saúd encontró un perfecto aliado político en los Hermanos Musulmanes durante las décadas de los cincuenta y los sesenta. La prometida revolución del socialismo árabe liderada por Nasser suponía una seria amenaza para un régimen de las características de la monarquía saudí. El reino se convirtió en uno de los espacios preferidos de los exiliados y perseguidos miembros de la organización” (p. 62).

Con todo ello, en un primer momento Arabia Saudí se convirtió en el gran aliado regional de Estados Unidos. Washington, en términos generales, no cuestionó el autoritarismo de la monarquía, ni tampoco el inmenso apoyo que concedía al wahabismo cuya expansión internacional patrocinaba con descaro. Este escenario tornó en notorios desencuentros en particular tras el 11S y la intervención norteamericana en Irak. El distanciamiento se incrementó durante la Administración encabezada por Barack Obama, ya que éste mostró simpatías hacia las primaveras árabes y, sobre todo, dedicó notables esfuerzos para alcanzar un acuerdo nuclear con Irán, algo que finalmente consiguió en 2015, con la oposición no solo de Riad sino también de Israel.

En efecto, tras la revolución de Jomeini en 1979, el régimen de los ayatolás se convirtió en el gran enemigo de Arabia Saudí, una afirmación vigente a día de hoy: Desde la instauración de la República Islámica de Irán, los dirigentes iraníes aluden constantemente a la emancipación de los pueblos musulmanes y a la injerencia del colonialismo occidental, que impide el progreso de los países del cinturón del islam. No obstante, la monarquía saudí no presenta un discurso con carácter crítico y antiimperialista, ya que les resulta primordial para su seguridad el amparo de las potencias extranjeras” (p.114).

Riad y Teherán aspiran a la hegemonía en Oriente Medio, deseo al que también se ha incorporado en fechas recientes Qatar. La respuesta de Arabia Saudí no se ha hecho esperar, quedando claramente explicitada en la Doctrina Salmán. Ésta última se basa en el principio de que el contexto de Oriente Medio está cambiando completamente y que la política saudí debe abandonar el enfoque comedido y cauteloso para asumir un rol más asertivo y proactivo […]. La pervivencia de los Saúd pasa por volver a asumir un papel protagonista en la zona” (p. 107).

Sin embargo, como bien advierte David Hernández, con este modus operandi no se reduce la tensión en la región. Por el contrario, podría incluso repercutir en la estabilidad interior de Arabia Saudí, donde la monarquía viene combinando ciertas medidas liberales (por ejemplo, potenciar el rol de la mujer) con encarcelamientos masivos, como “estrategia” para combatir el rechazo que suscita entre sectores de la población tan amplios como heterogéneos, lo que les impide proponer una agenda común.

En definitiva, una obra de obligada lectura para quienes se dedican a la docencia en materia de relaciones internacionales o abordan en sus tareas de investigación las cuestiones relacionadas con la seguridad y defensa. David Hernández les facilita el trabajo con un libro en el que ordena y explica los dinámicos entresijos existentes en Oriente Medio.

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