La jugadora española se desquitó ante Krejcikova y logra su primer título de 2021.
Garbiñe Muguruza cosechó este sábado el premio a un largo proceso de trabajo mental y físico. No alzaba un trofeo desde que conquistó el Torneo de Monterrey en 2018. Había pasado demasiado tiempo y la española venía de encadenar las finales del Abierto de Australia 2020, del Torneo de Sídney -en el pasado febrero- y la del Torneo de Doha. Cita esta última celebrada el 6 de marzo y que parecía pautar un punto de inflexión negativo, pues cayó por 6-2 y 6-1 ante Petra Kvitova.
La hispano-venezolana hubo de aplicar toda la determinación para renacer en un periodo corto de tiempo y afrontar una nueva prueba en el Torneo de Dubai que concluyó este fin de semana. Logró resetear su motivación y se paseó hasta en la tercera ronda, peldaño en el que arrolló a la octava favorita, la polaca Iga Swiatek (dominó por 6-0 y 6-4).
En cuartos de final examinaría con rotundidad su tenis y su concentración. Se le atravesó la tercera cabeza de serie. Y, como se pronosticaba, Aryna Sabalenka le exigió al máxima. La bielorrusa abrió el fuego ganando el set inicial por 6-3. Y desde ahí, la caraqueña entró en ignición para dar un golpe de autoridad. Firmó por la vía rápida una remontada sólida que cobró la factura de 6-3 y 6-2.
En semifinales no bajaría el listó de dificultad. Muguruza se exprimiría para doblegar a la décima favorita, la belga Elise Mertens. Bregó en un choque ajustado y escapó con el billete a la final con un 6-4 y 7-6 muy batallado. Con la confianza consiguiente a un triunfo de este pelaje abordaría el desafío por el título. En la otra trinchera asomaba Barbora Krejcíkova, la sorpresa del campeonato.
La checa demostraría el motivo por el que había llegado tan lejos. A pesar de figurar 63ª en el ránking de la WTA, la jugadora checa reivindicó su crecimiento y forzó a Garbiñe a apurar cada opción en el primer parcial. La española se remangó y arribó a un tie-break que sólo se resolvería con un descriptivo 8-6. Y también sudó en una segunda manga en la que rompió el saque rival y cedió el suyo en el comienzo. Con 3-3 en el marcador, la doble ganadora de dos Grand Slams impondría su categoría y sumó tres juegos seguidos. Para romper su particular maleficio en Dubai.
Al término del envite, tras dos horas y nueve minutos de esfuerzo, reflexionó sobre su experiencia de este modo: "Lo he intentado durante muchos años viniendo aquí consecutivamente. Estoy muy contenta por ganar aquí después de haber perdido dos finales consecutivas. Ha merecido la pena esta semana. Estoy muy feliz por ello". Y analizó la conquista del octavo entorchado de su palmarés asegurando que "siento que la consistencia que tengo ahora es muy difícil de conseguir". "Disputar dos finales es señal de que todo el equipo vamos por buen camino", sentenció. Su temporada, rota esta barrera, augura más festejos.