La frase tiene claramente dos sentidos.
A.- Si quieres hablar a solas conmigo, ven antes de las doce. Luego habrá testigos.
B.- A las doce me iré. Si quieres que hablemos en mi despacho, ven antes.
Cuando se usaba el acento, no había duda para quien leyese este mensaje:
SOLO sin acento indicaba el sentido A.
SOLO con acento indicaba el sentido B.
En cambio ahora, al omitirse la distinción mediante el acento, se introduce ambigüedad y confusión donde antes no las había.
Parece que los miembros de la Real Academia de la Lengua, en vez de “dar esplendor”, como debieran, a lo que se dedican es a “dar oscuridad”. Con la única excepción de Arturo Pérez-Reverte. No está solo (sin acento). El más elemental sentido común le acompaña. Y modestamente, también yo.