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Ensayo

Ezra Klein: Por qué estamos polarizados

domingo 28 de noviembre de 2021, 22:17h
Ezra Klein: Por qué estamos polarizados

Prólogo de Luis Miller. Traducción de Antonio M. Jaime Capitán Swing. Madrid, 2021, 328 páginas. 21 €.

Por Alfredo Crespo Alcázar

En Por qué estamos polarizados, el periodista Ezra Klein pasa revista al actual escenario político y social que vive su país, Estados Unidos. La obra, sin embargo, no cubre acontecimientos transcendentes, como la irrupción del COVID 19 o la victoria electoral de Joe Biden frente a Donald Trump el pasado mes de noviembre. El autor nos presenta un ensayo en el cual abundan las referencias a libros y trabajos de diferentes politólogos, historiadores y sociólogos norteamericanos, lo que enriquece el resultado final, al dotar a su objeto de estudio de un rigor necesario cuando se abordan cuestiones tan sensibles y subjetivas como la polarización.

Klein se halla más cercano al credo defendido por el Partido Demócrata; de hecho, sin caer en la reverencia, valora positivamente la figura de Barack Obama, sobre el que no atribuye excesiva responsabilidad a la hora de fomentar la polarización. En efecto, considera que han sido los republicanos quienes han radicalizado sus posiciones políticas, en particular a partir de 2008. Al respecto, la victoria en las primarias y luego en las presidenciales de Donald Trump constituiría el paradigma de la anterior premisa, si bien reconoce que una vez en el poder, el magnate no ha emergido como el personaje autoritario que prometía en sus discursos previos.

Con todo ello, esta atmósfera tensa que se observa actualmente en Estados Unidos supone un fenómeno relativamente reciente. Klein hace un recorrido histórico de enorme valor para explicar que, durante buena parte del siglo XX, en particular hasta la década de los cincuenta, esa crispación estuvo ausente tanto a nivel de la clase política como de la sociedad. Por tanto, se detecta un claro contraste con lo que acontece hoy en día, con unos partidos políticos que actúan como bloques ideológicos sin fisuras, rechazando cualquier diferencia en su interior. Este viraje encierra unos riesgos sobre los cuales ya advirtió George Romney en los sesenta, como respuesta a la irrupción en las filas republicanas del disidente Barry Goldwater: “Los partidos ideológicos dogmáticos tienden a fragmentar el tejido político y social de una nación, producen crisis gubernamentales y bloqueos, y dificultan los compromisos tan necesarios con frecuencia para preservar la libertad y lograr el progreso” (p.43).

Klein ofrece datos de valor a la hora de comparar pasado inmediato y presente. Así, frente al voto dual de antaño, los independientes de hoy votan a un partido de forma más predecible que los partidistas de otros tiempos” (p.45). Por tanto, nos hallamos ante un triunfo del partidismo que ha tenido momentos estelares, destacando entre los mismos, la actitud de los otrora rivales de Trump en el Partido Republicano (empezando por la prestigiosa revista conservadora National Review), los cuales inicialmente procedieron a descalificarlo con epítetos del tipo “mentiroso patológico”, “amoral”, “charlatán”. Sin embargo, cuando llegó la hora de votar en noviembre de 2016, todas esas alusiones peyorativas desaparecieron, considerando al empresario un mal menor, a pesar de sus desprecios reiterados a la separación de poderes y al constitucionalismo, esto es, a las bases fundamentales del sistema político de Estados Unidos. Tal diferencia entre retórica y realidad obedeció a que “ambos partidos han entregado su proceso de nominación presidencial a las primarias del partido, lo que significa que la prueba que un candidato debe superar no es ganarse a los jefes del partido, sino ganarse a la intensa minoría de simpatizantes del partido que votan en las primarias” (p.220).

Finalmente, la polarización ha llegado a los medios de comunicación cuya conducta enfatiza aquello que divide en lugar de poner en valor lo que une a los norteamericanos. En este apartado destaca la valentía de Ezra Klein cuando afirma, con la verdad en la mano, que “los medios políticos están sesgados, pero no tanto hacia la izquierda o hacia la derecha, sino hacia los ruidosos, escandalosos, llamativos, inspiradores y conflictivos” (p. 212).

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