Lo ocurrido en el Congreso de los Diputados con motivo de la votación del “retoque laboral” tiene...
Lo ocurrido en el Congreso de los Diputados con motivo de la votación del “retoque laboral” tiene pocos precedentes en la larga historia de la Cámara baja española. Representantes políticos a izquierda y a derecha, a extrema izquierda y a extrema derecha, han empleado para calificar los hechos, una palabra definitiva: Bochorno.
Bochorno para el Parlamento, bochorno para los diputados, bochorno para los partidos políticos, bochorno para la opinión pública, bochorno para la democracia. Los jóvenes que no conocieron la dictadura atroz del general Franco se rasgan los pantalones vaqueros ante el espectáculo monumental que ofreció a todos el Congreso de los Diputados. No se pueden acumular tantas torpezas en tiempo tan escaso, pero la dictadura fue mucho peor.
No sé si la votación podrá o no ser alterada. Pero hay algo que me parece incuestionable: el Gobierno salió moralmente derrotado. Puede ser que no, desde el punto de vista parlamentario, incluso desde la óptica legal. Pero Pedro Sánchez resultó moralmente derrotado. Y en lugar de reconocerlo, lanzó las campanas al vuelo audiovisual cuando la victoria se debió al error de un diputado del Partido Popular. Quedó claro en todo caso que la mayoría de la Cámara no votó a favor. Y que el sufragio decisorio se debió a un error, humano o informático. Pero un error.
Los guardianes de la democracia, los representantes de la soberanía popular están en entredicho ante la opinión pública. Difícil convencer a los jóvenes de las virtudes de la democracia con espectáculos como el que aconteció en el Congreso de los Diputados. A todos corresponde cantar la palinodia. Pero de forma especial al presidente del Gobierno que, insisto, resultó derrotado moralmente ante el pueblo español.
