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TRIBUNA

Minorías políticas y lo que ha pasado en Portugal

Juan José Laborda
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1718lamartingmailcom/12/12/18
jueves 10 de febrero de 2022, 19:49h

António Costa (Lisboa, 1961) se convertirá en primer ministro con mayoría absoluta, y por tercera vez formará gobierno, un récord desde que Portugal se convirtió en una democracia, con el golpe de Estado militar de 25 de abril de 1974, que desencadenó un proceso revolucionario, conocido como la Revolución de los claveles, por su carácter no violento.

La especial personalidad y trayectoria política de António Costa, podría explicar su triunfo electoral, que no deja de ser una excepción, o una singularidad, comparada con la mayor parte de los países democráticos, cuyos gobiernos, en nuestros días, se forman a partir de varios partidos, y lo que eso viene a significar, la gran fragmentación del sistema de partidos políticos, y una opinión pública muy dividida en sus preferencias electorales.

António Costa posee una formación jurídica, obtenida en las universidades de Lisboa y en el Instituto Europeo de la Universidad Católica Portuguesa, y ejerció de abogado, pero en 1982, con 21 años, comenzó su carrera política, que durante cuarenta años le ha permitido ostentar los puestos electivos más importantes de la República: alcalde de Lisboa, ministro de Justicia, de Interior, de relaciones con el Parlamento, diputado nacional, diputado europeo y primer ministro, hasta ahora; sólo le queda obtener la presidencia de la República.

Primera singular excepción: mientras la tónica actual consiste en que hoy los puestos políticos son ocupados por jóvenes, y que son sustituidos en cuanto dejan de serlo, António Costa se parece a aquellos líderes de la anterior época, cuyas carreras políticas duraron muchos años, caso de Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill, Charles De Gaulle, Konrad Adenauer, Willy Brandt, Helmut Schmitt, Tage Erlander, Olof Palme, Aldo Moro, François Mitterrand, Jacques Chirac, Felipe González, y varios más, los cuáles, gracias a que permanecieron mucho tiempo en puestos públicos, lograron transformar sus naciones, y aún el mundo, y que consiguieron, además, y por efecto de su prolongada permanencia, integrar o cohesionar sus respectivas sociedades; también sirvió para contrarrestar la canónica duración de los dictadores, Stalin, Mao, Franco, Brezhnev, Ceaucescu, Fidel Castro, Somoza, Obiang, o Putin en nuestros días, etcétera, exentos de someterse a elecciones libres.

La biografía de António Costa puede representar a un portugués de este siglo. Él nació en Lisboa, de padre escritor comunista, originario de Goa, la última colonia portuguesa en India, miembro de una familia de brahmanes cristianos, pero nacido en Mozambique, y su madre fue una acreditada periodista y activista por la igualdad de las mujeres. Su liderazgo y su atractivo electoral se cifran en su identificación con la resistencia al régimen salazarista, su fusión con culturas portuguesas de Asia y África, y su enérgica actitud de gobernar proyectándose a Europa y a la actual globalización (no puede perderse de vista que el secretario general de la ONU es António Guterres (Lisboa, 1949), predecesor suyo como primer ministro).

Pero el liderazgo personal de António Costa, en mi opinión, no puede sólo explicar el éxito del partido socialista portugués. ¿Por qué el partido de António Costa ha absorbido los votos de las dos formaciones de izquierda, el partido comunista y el Bloco de Esquerda, dándole la mayoría absoluta?

Porque el electorado portugués, pienso yo, en esta coyuntura de incertidumbre, quizás está cambiando las preferencias políticas, en el sentido que los electores ahora buscan soluciones no utópicas a los grandes problemas, básicamente, empleo, educación, sanidad y pensiones, frente a las propuestas de la democracia simulativa, atractivas hasta hace poco, como los derechos de las mujeres, los derechos sexuales, el uso del lenguaje, etcétera, siempre atendiendo a las propuestas de las minorías organizadas; el cambio en las preferencias supondrá, en Portugal, y puede que en los demás países europeos, que las reivindicaciones de las minorías se plantearán a la vez y dentro de las demandas de la mayoría de los ciudadanos, y si esto ocurre, la socialdemocracia tiene a su favor haber asumido en el pasado las reivindicaciones de la mayoría, sea de los trabajadores, o de la mayoría de la sociedad, y proponiendo satisfacerlas con medidas de gobierno bien pensadas, con apoyos internos y coherentes con la Unión Europea.

En resumen, el socialista Costa ha triunfado porque los electores han dicho basta a que las minorías políticas impongan sus propuestas a la mayoría parlamentaria, y lo que es más insoportable, a la mayoría de los ciudadanos portugueses. En nuestro país, a la vista de la tragicomedia del voto de la reforma laboral en el Congreso de los Diputados, el ejemplo portugués puede ser aquí un punto y aparte en la legislatura: el Gobierno así no puede gobernar, y no es soportable que las minorías dejen gobernar únicamente mientras se salen con la suya.

Juan José Laborda

Consejero de Estado-Historiador.

JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.

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