Pegaso fue el caballo con alas de Zeus, dios de dioses del paganismo griego...
Pegaso fue el caballo con alas de Zeus, dios de dioses del paganismo griego. Veinticinco siglos después, se ha convertido en el corcel digital que domina el espionaje internacional.
Resulta que Pedro Sánchez y Margarita Robles tienen sus teléfonos móviles intervenidos desde hace más de un año. A muchos les parece lógico. Sánchez ha organizado un provocador Gobierno de Frente Popular con destacados comunistas en puestos clave. España interviene en decisiones económicas de gran envergadura en la Unión Europea y también en otras decisiones militares de la OTAN. Parece razonable que los servicios de inteligencia franceses, ingleses, alemanes, italianos y estadounidenses quieran disponer de información seria sobre las peripecias comunistas del sanchismo en el poder. Otra cosa es que Pedro Sánchez haya decidido hacer pública la cuestión, justo cuando su Gobierno se tambalea ante los empellones del secesionismo catalán. ¡Menuda casualidad!
Dicho esto, conviene no perder el equilibrio al analizar la situación interna española. El CNI tiene la obligación, dentro de la ley, siempre dentro de la ley, de disponer de información para desbaratar intentos de golpe de Estado, para evitar maniobras terroristas criminales, para desenmascarar estafas económicas alarmantes.
Si el juez ha autorizado a los agentes del CNI el espionaje a políticos catalanes implicados en delitos de rebelión o de sedición, en un intento de golpe de Estado, ha cumplido con su obligación al espiar a los posibles delincuentes con el fin de impedir o dificultar sus delitos. Para eso existen los servicios de inteligencia en los países democráticos. Y resulta una contradicción abismal que representantes de los partidos secesionistas y de los herederos de ETA se incorporen a la Comisión de Secretos Oficiales en el Congreso de los Diputados, comprometiendo la seguridad del Estado, y todo ello porque Pedro Sánchez necesita los votos independentistas y bilduetarras para sacar adelante sus proyectos legislativos en el Parlamento español.
Ni siquiera al inolvidado Gila se le hubiera ocurrido un despropósito semejante al que ha aprobado Pedro Sánchez. Todo ello, y conviene no confundirse, al margen de que a él determinadas estancias internacionales le espíen por la presencia comunista en su Gobierno.
