Íñigo Martínez rescató un punto en un partido gris y con más errores defensivos del equipo de Luis Enrique.
La UEFA les ha regalado cuatro partido exigentes al final de la asfixiante temporada de clubes a los futbolistas del Viejo Continente, en ese torneo llamado Liga de Naciones. España estrenó esta más que incómoda serie el pasado jueves con empate casero ante Portugal, hecho que convirtió de inmediato la visita de este domingo a Praga en una cita de victoria obligada. Porque el liderato del Grupo B está en juego. Así que el seleccionado nacional se descubrió a cinco de junio en el Eden Arena y frente a una República Checa hambrienta. Que había ganado en la primera jornada tras acribillar a Suiza a base de presiones ardorosas.
Se le cruzó al bloque dirigido por Luis Enrique, por tanto, un partido en el que habría de guerrear. Porque los checos entienden esta competición como una fiesta, al quedar incluidos en la élite europea. El escuadrón preparado por Jaroslav Silhavy no se anda con chiquitas: muerden en defensa, aplican la dureza sin contemplaciones y algunos de los peones retan, por no decir que provocan, a sus rivales. Compiten con una manera de entender el fútbol que no conjuga la palabra amistoso. En esa atmósfera le tocó torear a un combinado español compuesto por un ramillete de los jugadores más exprimidos por sus respectivos equipos en los últimos nueve meses.
El técnico asturiano, sabedor del frágil fuelle con el que funciona su plantilla, ejecutó ocho modificaciones. La más llamativa residía en el cambio por completo de la línea defensiva, en una maniobra que le saldría muy cara. No en vano, saltaron al verde Marcos Alonso y Dani Carvajal en los laterales. Dos carrileros que arriban a esta altura con un cansancio físico y mental insultante, y que fallaron a la hora de activarse y coordinarse para neutralizar los intentos de transición locales. Así llegó el 1-0, anotado por Pesek a puerta vacía en el cuarto minuto, cuando Coufal puso un pase en profundidad a Kuchta y el madridista deshizo la estrategia de fuera de juego que trazaron sus compañeros.

A partir de ahí, Chequia se limitó a encerrarse. A explotar en cada balón dividido y lance individual. En mucha mejor condición anatómica, taponaron la red de pases visitante con facilidad, volando al cruce y complicando una posesión española que llegaría al 75% pero que discurría torpedeada por imprecisiones y controles deficientes, síntomas ambos de la abrasión que arrastran nombres como Rodri o Koke. En ese escenario de densidad y falta de gasolina, sólo amanece como antídoto las ganas de reivindicación personal. Y ahí hay un jugador que juega con ese parámetro por las nubes. No es otro que Gavi, el mejor ante los lusos y el autor del empate en el descuento del primer acto.
La perla andaluza recibió dentro del área un pase acelerado de Rodri, controló entre zagueros y dibujó un zurdazo de sencilla apariencia pero de genial ejecución (minuto 49). El cuero batió al meta Vaclik por abajo y sin demasiada potencia, mas con una astucia sensacional. Había tirado dos veces España en los 45 minutos iniciales (tiro demasiado angulado de Pablo Sarabia y centro de éste para el testarazo inocuo de Eric Garcia), así que 'Lucho' decidió mover ficha y dio entrada a Ferrán Torres, Busquets y a Marco Asensio. El balear, que no jugaba con la elástica nacional desde noviembre de 2020, es uno de esos creativos bajo sospecha perpetua, así que quiso rebelarse y chutó al palo y emitió un centro de seda para que Ferrán cabeceara a la madera entre los minutos 62 y 71.
Crecieron las sensaciones atacantes visitantes, aunque ya se habían asomado problemas tras pérdida. No falló la actitud ni la implicación, simplemente hay desajustes en el esfuerzo defensivo que llaman a la preocupación. Porque un pelotazo bastó para generar manos a mano con Unai Simón. Así de claro. En el 55 Mateju puso en órbita un cañonazo desde su campo que dejó a Kuchta ante el portero del Athletic, en una acción definida sin tino -se quedó colgado Marcos Alonso en el intento de generar un fuera de juego-; y en el 67 no perdonaría el delantero del Lokomotiv de Moscú, que finalizó otra carrera solitaria -patrocinada esta vez por el enésimo error de concepto defensivo grosero de Eric Garcia- con una vaselina para el 2-1.
Pinchó Raúl de Tomás en las labores de delantero asociativo -se fue con un único remate, en escorzo, que sacó Vaclik- y flaquearon, en el sentido más anatómico del término, otros creativos como Koke, Rodri, Sarabia, Marcos Llorente, Carvajal y Dani Olmo. Morata descargó toda la ambición que le quedan a sus piernas y apuró a los centrales en varias ocasiones, pero sería un cabezazo imperial de Íñigo Martínez el que rascó un punto en el minuto 90, para salvar los muebles en semejante entuerto. Poco se puede reprochar con tan poca energía en la reserva. Que se lo pregunten a Francia, Croacia, Bélgica o Inglaterra, víctimas también de esta descontextualizada Liga de Naciones.
- Ficha técnica:
2- República Checa: Vaclik; Mateju, Brabec, Zima; Zeleny (Jankto, min. 25; Havel, min. 45), Soucek, Sadilek, Coufal; Lingr (Cerny, min. 59), Pesek (Hlozek, min. 59) y Kuchta (Jurecka, min. 79).
2- España: Unai Simón; Marcos Alonso, Íñigo Martínez, Eric Garcia, Carvajal; Rodri (Busquets, min. 61), Koke (Marcos Llorente, min. 72), Gavi; Dani Olmo (Asensio, min. 61), Pablo Sarabia (Ferrán Torres, min. 45) y Raúl de Tomas (Morata, min. 61).
Goles: 1-0, min. 4: Pesek; 1-1, min. 48: Gavi; 2-1, min. 67: Huchta; 2-2, min. 90: Íñigo Martínez.
Árbitro: François Letexier (Francia). Amonestó a Rodri y a Coufal.
Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada de la fase de grupos de la Liga de Naciones, disputado en el Eden Arena de Praga.