www.elimparcial.es
ic_facebookic_twitteric_google

DESDE ULTRAMAR

Cancelación de la tauromaquia en Ciudad de México

Marcos Marín Amezcua
jueves 16 de junio de 2022, 19:56h

La Fiesta Brava en Ciudad de México está sitiada hace tiempo. El azaroso camino para prohibirla ha tenido matices, etapas, retrasos, pero con un consistente discurso antitaurino que parece seguir adelante y crece en virulencia, mientras la afición declina. Por el momento, el pasado 10 de junio un juez federal administrativo, que no judicial, prohibió que se efectúen corridas de toros en la Plaza México –la más grande del mundo– respondiendo a un amparo contra la legislación que la permite hace mucho tiempo, pero que hasta ahora se interpuso, concediéndose con argumentos muy vagos, tales como que ese espectáculo afecta el medio ambiente. Argentina la prohibió a inicios del siglo XIX al fragor independentista y Cuba por la mano invasora yanqui. Siempre me ha resultado llamativo que tal práctica abolicionista no cuajara en todo el mundo hispánico.

La referida prohibición solo es ahí, en “La México”, que es casi todo el escenario taurino disponible en la capital mexicana. ¿Qué se pueden verificar corridas de toros en sus diversas modalidades en otros sitios de la jurisdicción capitalina? Sí, los cuales no abundan. Si no es en “La México” quizás te la montas en el Periférico. Proscribirla en el coso emblemático suena a eso y no a generalizarlo. Acaso, lo que ahora acontece solo sea el signo de los tiempos. Reducirá empleos.

Más dígase: las voces que piden la cancelación definitiva de las corridas de toros en la megaurbe mexicana, crecen y decrecen, aparecen y desaparecen de cuando en cuando, mas esta vez el golpe parece certero, pese a que los abogados del establecimiento y más, se han movilizado contra tal medida. El litigio no ha concluido. En contra de las corridas hay distintos niveles de discusión –de ecologistas, pseudoambientalistas, animalistas, oportunistas, gente de buena fe, facetos y postureo al por mayor– y desde luego, los políticos arribistas del Partido Verde. Tales, ante su incapacidad de abordar otros asuntos, cada 3 años engatuzan ciudadanos con la banderita prohibicionista y de defender al toro para atraer votos con los cuales salvaguardar sus ingresos públicos. Pasadas las elecciones, conservando su registro y la consiguiente retribución pública que beca su postureo, no se les oye hablar del tema hasta los siguientes comicios. Y a todo esto, el toro ni enterado de tanta defensa en su honor. También admítase.

¿Qué si a mí me gustan los toros, me preguntan? Respondo: bueno, yo no saldría con uno. Y es que ni me opongo ni persigo a quien le agrade el toreo. He sostenido con amigos toreros y taurinos, que acaso debería de pasar dos cosas con la tauromaquia: una: rescatar tantas suertes con que contó y que no necesariamente matan al toro si bien lo entiendo (toreo de enanitos, jabalina, rejoneo) o lo que pergeñó magistralmente Goya dos centurias atrás, verbigracia. La tauromaquia ha gozado de estas suertes venidas a menos, prevaleciendo por alguna razón el sacrificio del animal, limitando mucho su oferta sin ofrecer variedad como espectáculo. La modernización no se vislumbra, además. Una pena porque quisa revivirlas pudiera ser, aunque se sospeche que no sean tan atractivas y retribuibles, como sí lo son las escasas estampas taurinas de Julio Romero de Torres. Empero, practíquense en aras de que perdure la tauromaquia.

Y otra: buscar una muerte más rápida y contundente para un animal nacido para morir en el albero, que eso está muy explicado por los entendedores de la materia. Para el caso mexicano, una remozada de los cosos taurinos, novendría mal. Tanta rusticidad e inadvertencia propele a descuido que no lo merece la tauromaquia. Esa que también es ineludible el inigualable y potente pasodoble, la exquisitez de la pasamanería, y tanto más. Algunos amigos taurinos me replican que no se modernice. Y los amigos toreros, menos. No siendo servidorito un aficionado de cepa, sostengo que si ves una corrida, viste todas. Ciertamente que hay distingos, fechas descatacas, escenarios incomparables como la Maestranza de Sevilla que he disfrutado en su rotunda Feria de Abril o la Oreja de Oro en la México y añade maestros del toreo, que lo son y están. Yo no tengo inconveniente en verme una corrida, mas lo dejo ahí. Y prohibir…preferiría que si ha de morir, sea por simple muerte natural. Y no tengo que posar para verme antitaruino ni siento la necesidad de abrazar la causa de unos y de otros. Lo planteo desde la objetividad y nada más. Y respeto a todos, no como algunos antitaurinos que amenazan de muerte a los aficionados al toreo. Tampoco les asiste ese derecho, aunque les fastidie que se les recuerde. Amenazar así, degrada su intención.

En México se han prohibido en tres entidades. En Sonora no pintaban nada y desaparecieron de Acapulco. Otras ocho han decretado su valía cultural inmaterial y se reconoce siempre el derecho a asistir a ellas. Tal aliciente para su sobrevivencia se ha llevado un varapalo el 15 de junio cuando la Suprema Corte se pronunció en contra de que sea declarada la tauromaquia como bien cultural por afectar al medio ambiente. Y dale. No me extraña que la Corte a veces sea tan “corta”. ¿Su pronunciamiento lo redactó un antitaurino? Solo así se entiende.

Los defensores de la no suspensión acusan que se afecta una tradición mexicana, y, añado, que es una más antigua que el pan de muerto y la piñata. Que igual son tan mexicanas y más jovenes que los de lidia. Así que todas mexicanas o ninguna. Para el caso en comento de lo sucedido con “La México”, el argumento de suspender las faenas es extraño, porque por afectaciones al medio ambiente como los son las fábricas o los automóviles, tales otros no se han suspendido. Hasta la Fórmula 1 entraría en esa categoría. Empero, el burdo y chabacano bulo ambiental ha conseguido enbaucar a la Justicia. Es un justificante tan malo como el esgrimido por los taurinos recalcando que es arte. Tan rebatibles, ambos, y ambas posturas no pueden presumir tolerancia ni entero raciocinio a exponerse. Para mí, la Fiesta Brava es bravura y valentía, pero lo dejaría en eso.

¿Hay un deje de hispanofobia en algunos antitaurinos? Sí, también. Nada nuevo. Ya en 1822, después de proclamada la independencia frente a España, un libelo clamaba por prohibir las corridas de toros en un acto expulsor de lo español. Así que por menos que sea, hogaño la pizca hispanófoba campea en varios.

Jurídicamente hablando, hace años que existe una ley contra el maltrato animal en la Ciudad de México. Si bien, el toro es un animal que se entendería compredido en tal ordenamiento, aquel está redactado eludiendo el tema, excluyendo a la tauromaquia de ciertos supuestos, eximiéndola de determinadas obligaciones y apenas aludiéndola por los animales destinados a espectáculos y sus cuidados. Una chapuza derivada del cabildeo sagaz del empresariado ligado al mundo del toro, y muy independientemente de la legítima afición taurina, consiguiendo desencaminar esa ley primando sus intereses intocados, pese a tratarse de un animal más. Eso ha salvado hasta ahora, a las corridas de toros en CDMX, una subsistencia prendida de alfileres de un reglamento por debajo de leyes y ordenanzas. Así que al efectuarlas, nadie ha violado leyes a modo según los terminos prevalecientes. De ahí el mejor recurrir al embuste medioambiental.

Termino: a finales de 2021 surgió otra iniciativa de ley para prohibir definitivamente en la capital a las corridas de toros. Daba igual en dónde se efectuaran y conllevaba un deje acusando su existencia de clasismo. Las negociaciones y el receso congresional aplazaron la discusión para el otoño entrante, que pintaba para proscribirlas, quedando el tema aparentemente en el aire, pero hete aquí está resolución del juez Bass que precipitó las cosas al suspenderlas. De momento, en la capital mexicana, su principal que no único escenario taurino, el redondel de la Plaza México, no puede realizarlas. El simbolismo del ruedo es total e ineludible, golpe propinado de manera un tanto inesperada. La jefa de gobierno de Ciudad de México, Sheinbaum, señala que como autoridad hará lo que la gente pida. Su inacción ya adelanta maneras y quiere ser presidente de México. No sería la primera vez que se prohíben las corridas de toros en la capital mexicana, pero acaso pudiera ser la defintiva. Ya se lo avisaré.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (7)    No(0)

+
0 comentarios