Ni los más sectarios, aunque lo hagan, pueden discutir el éxito de la gestión de Juanma Moreno como presidente de Andalucía. La coalición con Ciudadanos ha sido brillante al relanzar la economía y eliminar las muchas tropelías de los Ejecutivos socialistas. Pero los comicios autonómicos son siempre un reflejo de la tendencia del voto en toda España. Isabel Díaz Ayuso arrolló a Pedro Sánchez. En Castilla y León, el PSOE se despeñó por el mismo motivo. Y Juanma Moreno ha logrado una histórica mayoría absoluta.
Más que el “efecto Feijóo” ha sido el “efecto Sánchez” la clave del abrumador éxito electoral del PP en Andalucía. El Gobierno español, coaligado con los comunistas y atado a los escaños de Bildu y ERC, está llevando al PSOE al abismo. A pesar de los grandes esfuerzos de los muchos y potentes medios de comunicación afines, la opinión pública ya es consciente de las barrabasadas cometidas por el Ejecutivo socialcomunista apoyado por los amateurs de golpistas y los herederos de ETA, quienes, por ejemplo, han manoseado los presupuestos generales del Estado. También ERC ha obligado al PSOE a llevar al Parlamento catalán una ley para laminar el castellano de las aulas, mientras Bildu vacía las cárceles de criminales etarras con la complacencia de Marlaska. Son solo algunas de las muchas tropelías ejecutadas por Pedro Sánchez que indignan a los españoles.
Nuñez Feijóo ha logrado unir al PP y situarlo como la gran alternativa a Sánchez en unas elecciones generales. Pero, para ser justos, hay que recordar que el desplome de los socialistas comenzó con Pablo Casado en Génova. Por el mismo motivo; por la pésima gestión del Gobierno de coalición que, además, comienza a cuartearse con sonoros enfrentamientos entre el PSOE y Podemos.
Es, pues, el “efecto Sánchez” el motivo de que el electorado español haya dado un vuelco. Y también el responsable de que los partidos más radicales protagonicen la vida política española. El PSOE debería reaccionar ante los descalabros de su líder que han llevado al partido a asomarse al abismo en el que presumiblemente se despeñarán en las próximas elecciones generales. Pero el presidente ha amarrado de tal modo el poder que nadie se atreverá. En el Comité Federal, por ejemplo, ya solo caben los adictos al presidente. Incluso si Podemos rompiera la coalición, lo que ahora se antoja improbable, se mantendría al frente del Ejecutivo sin arriesgarse a legislar. Dejará pasar el tiempo hasta que Tezanos le marque la fecha para disolver las Cortes. Hasta entonces, España seguirá sufriendo las nefastas políticas, sociales y económicas del peor presidente que ha pasado por La Moncloa.