Resulta muy significativo que Roberto Villa García encabece su último trabajo con la siguiente dedicatoria: “A Stanley G. Payne, mi maestro y mi amigo, con afecto y gratitud eternos”. El gran historiador norteamericano ha pulverizado mitos tan queridos a la “progresía”, entre otros, el presentar la II República española como un paraíso.
A la misma necesaria tarea de no manipular torticeramente la historia se dedica Roberto Villa García, joven y brillante profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Así lo hizo en 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular -escrito junto a Manuel Álvarez Tardío-, que se convirtió en un best seller que desmonta la idea del abrumador triunfo de la coalición de izquierdas en los últimos comicios celebrados antes de la Guerra Civil.
En ese libro, la documentación, tras una concienzudo labor de investigación, era apabullante e incontrovertible, como lo es en 1917 El estado catalán y el soviet español en sus casi ochocientas páginas. En esta monumental obra Villa García estudia pormenorizadamente lo acaecido en España en 1917, y que tuvo unas trascendentales, y nefastas, consecuencias. En ese momento se juntaron varios factores que dieron al traste con la monarquía de la Restauración, una etapa en la que, pese a cómo se ha querido presentar marcada casi únicamente por “oligarquía y caciquismo”, “nunca España estuvo más cerca de una evolución democrática, parecida a la inglesa o la belga”.
En 1917 se produjo una revolución, inspirada en el asalto al poder de los bolcheviques, protagonizada por “las fuerzas que habían impugnado tradicionalmente la España liberal: las izquierdas republicana, socialista y anarcosindicalista”, junto a la sedición del nacionalismo radical catalán, deseoso de lograr un estado independiente. Y por si esto fuera poco, “se destruyó la disciplina en el Ejército”, instaurándose un “poder rebelde, las llamadas Juntas de Defensa, frente a la autoridad de la Corona y del Parlamento”.
La investigación de Roberto Villa García pone el acento, frente a las interpretaciones tradicionales hasta ahora, en que la revolución española de 1917 fue “un proceso único”: “No hubo tres revoluciones inconexas, sino iniciativas que, aun con protagonistas distintos, acabaron entrelazándose a partir de junio de ese año en una acción revolucionaria común”, y demuestra que sus promotores –izquierdas republicanas y obreristas, nacionalistas y junteros- no fueron fuerzas democráticas a las que un sistema oligárquico se negaba a integrar, sino movimientos que aspiraban a derribar una monarquía representativa. Eran adversarios doctrinales de la democracia liberal, que quedaba subordinada, cuando no abolida, a una serie de proyectos maximalistas –la república de izquierdas, el socialismo en sus distintas vertientes, el Estado catalán-, que excluían en todo caso la supervivencia del modelo constitucional de 1876”.
1917 El estado catalán y el soviet español resulta, pues, un libro imprescindible para conocer en buena ley nuestra reciente historia, sin interesadas tergiversaciones.