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Ensayo

S. Castaño Riaño: El silencioso avance del islamismo en Europa

domingo 04 de septiembre de 2022, 17:54h
S. Castaño Riaño: El silencioso avance del islamismo en Europa

Durante el mes de agosto y principios de septiembre, Los Lunes de El Imparcial recuperan algunas recientes críticas más leídas de libros destacados

Catarata. Madrid, 2022. 206 páginas. 17 €.

Por Alfredo Crespo Alcázar

En El silencioso avance del islamismo en Europa, Sergio Castaño nos ofrece una obra guiada en todo momento por un escrupuloso seguidismo del rigor científico. Este rasgo no es baladí puesto que cuando se aborda un objeto de estudio de esta naturaleza, puede aparecer el buenismo y el sensacionalismo como ejes vertebradores. No es el caso del libro que tenemos entre manos: Como ya se ha resaltado, esta ambición islamista, al menos en el contexto actual, no debe ser observada como una amenaza, pues incluso en el supuesto de que la población musulmana aumentara de forma considerable en las próximas décadas, esto no debería representar un apoyo mayoritario a las propuestas islamistas” (p.204).

El autor expone de manera cronológica cómo se produce la llegada del islamismo a Europa en los años 50 y 60 de la pasada centuria, en especial tras su expulsión de enclaves como Egipto o Siria, quiénes son sus artífices principales (los Hermanos Musulmanes) y qué objetivos había en su agenda. Inicialmente, la reacción de los gobiernos europeos se caracterizó por la indiferencia hacia este fenómeno, pese a que el proyecto político defendido por el islamismo se hallaba (y se halla) subordinado al componente religioso, otorgando prioridad absoluta a la sharía, lo que equivale a negar que el individuo sea el depositario de la soberanía nacional.

Desde estos primeros compases, se percibió cómo los islamistas, generalmente una élite universitaria, instrumentalizó una ventaja de la que carecían en sus países de origen: el amplio abanico de libertades que garantizaban los ordenamientos jurídicos occidentales, les permitía proyectar su discurso sin trabas. El objetivo final, que la sharía no quede relegada solo al ámbito privado y familiar, se antoja una meta imposible de conseguir, tanto entonces como ahora.

Sin embargo, precisamente esta imposibilidad es la que provoca que el pragmatismo presida las acciones del islam político. Al respecto, una de las principales manifestaciones de esta premisa radica en la aceptación, más retórica que real en muchas ocasiones, del corpus de valores que caracterizan a los países de la UE: Al menos hoy, el islam político no representa al conjunto de los musulmanes y se trata de una tendencia ideológica excluyente y, por tanto, muy poco tolerante con aquellos que se distancian de su particular modo de entender el mundo” (p. 124).

Asimismo, el autor maneja con criterio dos escenarios geográficos, mostrando que nos hallamos ante vasos comunicantes. Por un lado, el que alude a los países de origen de este islamismo y, por otro lado, el relativo a los de acogida. En efecto, cuando los islamistas fueron expulsados o perseguidos en Egipto o Siria, aunque algunos de sus componentes optaron por el exilio, los que eligieron quedarse, desarrollaron una intensa actividad en asociaciones empresariales, colegios profesionales y organizaciones asistenciales. En consecuencia, la represión implementada por los Nasser o Hafez al-Assad no frenó el crecimiento de esos grupos.

Décadas después, cuando estallaron las primaveras árabes, aunque no las lideraron, sí recogieron sus frutos, aunque no siempre supieron poner en marcha programas de gobierno realistas, tal y como certificó la actuación de los Hermanos Musulmanes en el Egipto post-Mubarak: Cuando estallaron las revueltas, los representantes de la Hermandad mantuvieron una actitud prudente y se limitaron a observar la evolución de los acontecimientos, temían que su involucramiento en las protestas pudiera derivar en una nueva campaña represiva” (págs. 63-64).

Por su parte, aquellos que huyeron al extranjero, crearon organizaciones que trascendían el ámbito nacional (por ejemplo, la FIOE), lo cual no significaba necesariamente que todos los musulmanes que vivían en Europa se identificaran con los principios islamistas (p.39), idea en la que insiste el autor a lo largo de la obra. Esta infiltración en la vida social y política occidental se ha multiplicado en los últimos años, bien creando partidos políticos (caso de Dinamarca o España), bien estableciendo sinergias con grupos de la izquierda.

En definitiva, el profesor Castaño Riaño radiografía el escenario en el que el islamismo se ha desenvuelto y se desenvuelve en Europa, ofreciendo al lector valiosos consejos para afrontar este fenómeno en el corto plazo. Uno de los más relevantes subraya la importancia de fomentar lugares de culto pero supervisando quién los gestiona, sin olvidar el asunto de la financiación, cuya procedencia real resulta en la mayoría de las ocasiones imposible de probar.

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