En esta LXXI edición del Premio Planeta, el galardón literario internacional que destaca obras inéditas escritas en castellano y que tiene la mayor dotación económica del mundo, ha resultado ganadora, entre las más de 800 novelas recibidas, la obra Lejos de Luisiana, de Luz Gabás (Monzón, Huesca, 1968). Como finalista, el Jurado seleccionó y premió con 200.000 euros la novela Historias de mujeres casadas, escrita por Cristina Campos (Barcelona, 1975). Las dos obras están escritas por mujeres. Son autoras que pertenecen a una misma generación cultural y comparten franja de edad (esa mediana edad extensible en la que se hace patente la paulatina escasez de nuevos trenes buenos a los que subirse y empieza a entrar prisa).
Además, han sido galardonadas por novelas protagonizadas por mujeres y en las que prima el intento de ofrecer una interpretación femenina sobre los asuntos de amor. Después de la conmoción del año pasado, cuando bajo el pseudónimo de Carmen Mola se descubrió la triple autoría masculina de La Bestia, en esta edición no ha habido sorpresas y el Planeta ha parecido rendirse a la literatura femenina y “de proximidad”.
Precisamente en Barcelona, lugar en el que se celebra la gala de entrega del Premio, es donde se desarrolla la trama de Historias de mujeres casadas. La novela arranca con un primer capítulo introductorio, escrito en primera persona y con alto voltaje erótico, que se inicia con un “Estoy desnuda. Tumbada sobre el pecho de mi amante” y que presenta desde las primeras páginas la encrucijada central de la obra: Gabriela tiene cuarenta y cinco años y un amante, lleva meses encontrándose a escondidas con un hombre que, una vez a la semana, le abre las puertas de su ático en carrer dels Pescadors 25 y le hace el amor durante horas. La aventura viene de lejos, se inició con miraditas y acabó convirtiéndose en un morboso juego que en los últimos tiempos parece haber perdido gracia. Después de estas citas, ella vuelve a la casa que comparte con su marido y su hijo y se instala sin mayor problema en la rutina diaria. Lleva más de veinte años casada.
Tras esas primeras páginas introductorias llenas de erotismo y caricias y en las que se deslizan reflexiones como “el deseo rompió mi estabilidad emocional”, se desarrolla el resto de la obra, estructurada en quince capítulos que llevan por título nombres de películas famosas. Ya no se utiliza la primera persona. El erotismo pasa a un segundo lugar y, aunque la historia sentimental de Gabriela protagoniza la novela, es su amistad con Silvia y Cósima lo que la dota de estructura y amplía el horizonte narrativo. Entre las tres, y a lo largo de una duradera y profunda amistad, juntan experiencias para ilustrar prácticamente todos los posibles estados sentimentales del género humano: del enamoramiento al compromiso, de la monotonía a la infidelidad, de la ilusión a la decepción y de vuelta a la nueva ilusión, como en un carrusel de desengaños, alegrías, orgasmos fingidos y mentiras piadosas.
La intimidad femenina, el deseo, el amor idealizado y la disección de la vida en pareja y familiar encuentran en Cristina Campos, que ya había publicado con Planeta su primera novela Pan de limón con semillas de amapola (2021) una nueva voz. Hace unos años tal vez hubiera resultado escandalosa, porque aunque desde lady Chatterley hasta madame Bovary, la literatura universal está plagada de infidelidades femeninas, pocas veces han sido ellas las autoras. Ahora, está por ver si el mercado literario, azuzado por éxitos como las Cincuenta sombras de Grey, de Erika Leonard Mitchell, sigue teniendo capacidad para absorber tal cantidad de mujeres independientes, urbanitas y de mediana edad hablando sobre lo que sienten o sueñan.
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