En la Monarquía parlamentaria, la Jefatura del Estado es una plataforma neutral...
En la Monarquía parlamentaria, la Jefatura del Estado es una plataforma neutral sobre la que se solucionan los problemas de la nación. Al Rey le corresponde constitucionalmente la representación nacional e internacional del país y el arbitraje y la moderación entre instituciones.
Felipe VI se enfrentaba este año con dificultades especiales en su discurso de Navidad, teniendo en cuenta las tensiones que han radicalizado la vida política y social de España. Ha sabido mantener la neutralidad de la Corona, estimulando a todos al cumplimiento de la Constitución de 1978, derivada de la voluntad general del pueblo español libremente expresada.
Aseguró el Rey que debemos creer en nosotros mismos, reforzando el compromiso con nuestra democracia y con Europa. Insistió Felipe VI en la necesidad de la unión, dentro de las naturales diferencias, porque la división deteriora la convivencia. Y recordó que la Constitución representa la unidad de los españoles en lo sustancial, así como la ordenada convivencia en la plenitud de las libertades.
Europa, en fin, representa para el Rey la garantía de esas libertades y subrayó el respeto que debemos todos a la Constitución y a las leyes, con el fin de decidir juntos el futuro de España.
La Institución Monárquica está por encima de las personas. Estuvo por encima de Don Alfonso XIII y Felipe VI vivió la situación de su inolvidado abuelo Don Juan III y ha asistido, demostrando especial serenidad y prudencia, a la de su padre el Rey Juan Carlos I, que ha encarnado uno de los cuatro grandes reinados de la Historia de España, junto a los de Carlos I, Felipe II y Carlos III. En su discurso de Navidad, Don Felipe ha sabido mantener el equilibrio eludiendo referencias a situaciones familiares especialmente delicadas.
Habló, por cierto, como un profesional de la televisión: vocalización exacta, expresión corporal certera, pausas precisas, movimiento de manos natural y una lectura en el autocue inmejorable.
Un éxito, en fin, para este Rey que se ha ganado el respeto de todos y que goza de una popularidad cada día más extensa y consolidada. La objetividad periodística exige afirmarlo así.