Político de entidad menor, hombre de corta inteligencia y larga ambición, individuo traidor a su nación...
Político de entidad menor, hombre de corta inteligencia y larga ambición, individuo traidor a su nación que es España, la Justicia europea ha colocado a Carlos Puigdemont en una situación límite. Si causas impredecibles no paralizan lo que está a punto de ocurrir, el expresidente de la Generalidad, que se fugó en el maletero de un coche, regresará por la fuerza a España para someterse a la Justicia independiente de nuestro país. Aunque Pedro Sánchez ha fragilizado el Código Penal, parece claro que el prófugo Puigdemont, cabeza de un intento de golpe de Estado, ingresará en prisión a la espera de que Pedro Sánchez le conceda sus favores y le indulte.
Lenta pero segura, la Justicia europea ha despojado a Bélgica de sus razones, ha dado a España consideración de democracia pluralista plena y ha avalado la independencia judicial española.
No es un buen momento, en pleno año electoral, para el regreso forzado del prófugo, pero habrá que aceptar los tiempos judiciales que están por encima de las conveniencias electorales de unos y otros partidos. Con Puigdemont en España, se intensificarán las tensiones de forma especial en la región catalana. No resulta aventurado afirmar que los secesionistas se esforzarán por armar el mayor ruido posible y que el timorato presidente del Gobierno se mostrará incapaz de dominar y encauzar la situación. Difícil saber lo que en Bruselas, en Madrid y en Barcelona se está urdiendo entre bastidores. Colapsada la información, la opinión pública queda a la espera de que los acontecimientos aclaren la situación. Sí se puede afirmar que la decisión de la Justicia europea ha alterado de fondo la posición del Puigdemont prófugo y también de las corrientes partidistas que discurren alteradas por las inmediatas elecciones municipales y nacionales.
