Antes, durante y después de la tramitación de la ley del "solo sí es sí", el Gobierno se ha tambaleado por el choque entre Podemos y el PSOE. Carmen Calvo fue la primera víctima al ser destituida por su enfrentamiento con la ministra de Igualdad. La entonces vicepresidenta, al igual que un aluvión de juristas, advirtieron de la chapuza legislativa, del riesgo de que su entrada en vigor produjera lo contrario de lo que buscaba. Cuatro meses después, más de 400 agresores sexuales han visto reducidas sus penas y más de una veintena han sido excarcelados. Y Pedro Sánchez ha tardado esos 4 meses para acabar con una de las mayores crisis políticas y mediáticas que ha sufrido desde que es presidente. Políticamente, la coalición está rota, aunque los dos partidos aguantarán lo indecible porque desde el Consejo de Ministros se preparan mejor las campañas que se avecinan. Pero, según las encuestas independientes, Pedro Sánchez asiste al hundimiento del PSOE por los efectos perniciosos de la escandalosa desbandada de violadores. Y es que, en su día, se desentendió de los peligros de la nueva ley por evitar conflictos, que bastante tiene con aguantar las chulerías inconstitucionales de los separatistas y las humillaciones de Marruecos.
El presidente del Gobierno y los ministros socialistas aseguraron que estaban decididos a modificar con urgencia los "efectos indeseados" de la ley, incluso sin consenso con Podemos. Se dieron de límite el viernes pasado antes de presentar su propuesta en la mesa del Congreso, pero ni se acercaron al Parlamento. Ahora, han decidido hacerlo de inmediato. Hasta ahora, Sánchez no ha querido desairar a Montero y a Belarra, que se han desatado y critican sin pelos en la lengua al Gobierno, como si no formaran parte de él. Le acusan de ceder a los "poderes mediáticos, judiciales y políticos de la derecha". E insisten en que la ley es perfecta, sólida y que son "esos poderes" los responsables del fiasco, de las letales consecuencias de las rebajas de penas de los violadores.
En estos cuatro meses, los violadores han celebrado la torpeza de una ley que fracasa por su sectarismo y torpeza. Se reúnen las ministras de Igualdad y Justicia y salen más enfrentadas que antes de entrar. Y pasan los días, y los españoles cada día están más perplejos de la indecencia y cobardía de un Gobierno que se ufana en ser el más feminista de la historia y termina creando una ley que deja en la estacada a las víctimas de las agresiones sexuales, que desprecia, de momento, a las más de 400 mujeres que se sienten aterradas al comprobar que sus violadores salen a la calle.
Si (
No(
