Pedro Sánchez se frotó las manos cuando la comunicaron la pirueta de Vox. Una moción de censura...
Pedro Sánchez se frotó las manos cuando la comunicaron la pirueta de Vox. Una moción de censura sin una sola probabilidad de prosperar significaba ofrecer al presidente del Gobierno largas hora de televisión para magnificar su gestión, cantar sus glorias personales, hacer triunfalismo con sus logros y denigrar a Alberto Núñez Feijóo.
Y así ha sido. Queda todavía mucho debate, pero escribo estas líneas, en el receso del almuerzo, para dejar constancia de lo que todos sabían. La moción de censura ha sido la ocasión para que Pedro Sánchez se luzca ante el pueblo español a través de las cámaras de televisión.
Santiago Abascal ha tenido una excelente y rotunda intervención. La objetividad exige reconocerlo así. Ha radiografiado a Pedro Sánchez, si bien de forma inútil porque quien ha salido favorecido en su conjunto de la moción de censura es el presidente del Gobierno, precisamente en este año electoral en el que las elecciones autonómicas y municipales aguardan a la vuelta de la esquina y las elecciones generales alientan en el cogote del mundo sanchista.
Y Ramón Tamames. Ha estado discreto y gris, lúcido y farragoso. Desde la senilidad ha disfrutado de un protagonismo fugaz para colmar su ego siempre insatisfecho. Pedro Sánchez se exhibió de nuevo al responder a Tamames con acidez, buenas formas y un inacabable discurso. La admiración histórica que siento por Tamames, que bordó la réplica, me aconseja cerrar ya este comentario, brevísimo comentario, porque la moción de censura celebrada a la mayor gloria de Pedro Sánchez no se merece mayor atención.