Una hora que pareció eterna dedicó Yolanda Díaz a su discurso de réplica a Santiago Abascal; en realidad, a presentar “Sumar, ese amago de partido que está a punto de nacer. Nada nuevo bajo el sol. La mujer que busca erigirse en la líder de la izquierda radical demostró que detrás de su enorme sonrisa solo hay un puñado de eslóganes del comunismo más rancio y una ambición desmesurada por acaparar el poder. Es la vicepresidenta que alardea de combatir el paro, con la descarada trampa de los fijos discontinuos. La que quiere engullir a Podemos, el partido que confió en ella y al que ahora traiciona. Pero por encima de todo, se postula como la pareja de baile electoral de Pedro Sánchez para, en caso de que suene la flauta, reeditar el Gobierno Frankenstein con lo mejor de cada casa; Colau, Errejón, Baldoví y todos los dirigentes de partiditos de la extrema izquierda que han sacado la cabeza del anonimato gracias a los pactos y el impulso de Pablo Iglesias, al que ahora ignoran y traicionan. La ministra de Trabajo, como la película que ha acaparado los oscars, quiere ser “todo a la vez en todas partes”, pero, como la premiada película, también se basa de un guión que no es más que un bodrio con pretensiones.
La moción de censura de Vox, ideada para que Santiago Abascal recuperase el protagonismo perdido y para que Pedro Sánchez se exhibiera en su intento de frenar el ascenso de un PP que se encamina a La Moncloa, solo ha logrado que Yolanda Díaz aprovechara el escenario del Hemiciclo para presentar su partido en sociedad, para intentar llegar a todo a la vez en todas partes. Y, como la película de los Oscars, termina siendo un batiburrillo mareante con pretensiones de vanguardia digital atestada de avatares que nadie sabe a dónde van ni de dónde vienen.
Pero a nadie se le escapa que, tras las elecciones generales, Yolanda Díaz quiere volver a La Moncloa en volandas como la mano derecha de un Pedro Sánchez que ya no sabe qué hacer para amarrar el poder. Y, por eso, impulsa el invento de “Sumar”, con el propósito de que acapare los escaños que necesita imperiosamente. Falta por conocer la estrategia de Pablo Iglesias. Pero que nadie dude de la encarnizada batalla que va a librar el fundador del partido morado para impedir que la vicepresidenta de la enorme sonrisa aniquile Podemos.
Y, así, terminó una moción de censura para olvidar y que no ha conseguido nada en ninguna parte. Y mucho menos, el éxito que buscaba Yolanda Díaz.