Algunos consideran una incongruencia la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en...
Algunos consideran una incongruencia la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en la que se condena a Laura Borrás y a la vez, para que no ingrese en prisión, se solicita un indulto de al menos dos años. Tan complicadas están las cosas en Cataluña que hasta los jueces andan confusos y producen sentencias que causan general estupefacción.
Laura Borrás es una mujer inteligente y simpática, que goza de general apoyo. Pero ha delinquido en asunto de extrema gravedad. Al Tribunal catalán no le ha quedado otro remedio que condenarla a 4 años de cárcel y 15 de inhabilitación. Para que no ingrese en prisión los jueces solicitan un indulto que reduzca la pena a la mitad, evitándose así que la delincuente se vea obligada a ingresar en la cárcel.
El “odia el delito y compadece al delincuente” de la sabiduría cristiana adquiere aquí caracteres insólitos porque son los propios jueces los que pretenden aminorar la pena impuesta, con el fin de que Laura Borrás eluda la prisión. En cualquier otro caso, yo estaría a favor de un trato compasivo con el delincuente. Pero el problema de Laura Borrás no es que haya delinquido en cuestiones de corrupción. El problema es que se mantuvo siempre en primer plano de un proceso destinado a descuartizar a España. Y eso son palabras mayores.
Tal vez la fórmula menos inaceptable fuera reducir la condena, evitar la cárcel, pero mantener íntegra la inhabilitación. Sería absurdo que Laura Borrás continuara impertérrita su actividad política anticonstitucional propugnando la fractura de España.
La debilidad del Gobierno Sánchez, la necesidad de los escaños de los secesionistas para que el presidente se mantenga en el poder, está sumergiendo a Cataluña en una situación que es un disparate y un despropósito. El independentismo explota a Pedro Sánchez y le mantiene genuflexo ante el rebenque de la independencia para obtener de él las concesiones más lamentables. Y ese caos institucional deriva en incongruencias como la que ahora se vive al tratar un delito de prevaricación, con un agrio telón de fondo de política anticonstitucional.