Exhibición del talentoso español para desesperar a Fritz. Jugará contra Sinner por un puesto en la final.
Cuando le preguntan a Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic qué opinan de sus respectivos rivales en el 'Big Three', todos responden lo mismo: "Por culpa de ellos he tenido una carrera brillante". "Me han empujado a ser mejor", confiesan sistemáticamente. Y en esa reflexión reside una verdad irrefutable, no hay duda. Pero hay un detalle que no subrayan, debido a la excelencia de sus oponentes. Si no hubieran aguantado y respondido a los desafíos mutuos, no habría habido semejante competencia. Y, en consecuencia, no habrían alcanzado cotas tan legendarias.
Pues bien, a esa conclusión se llega viendo partidos como el que ha disputado en la madrugada de este viernes Carlos Alcaraz. Tenía enfrente al décimo mejor jugador del planeta, Taylor Fritz, un guerrero capaz de birlarle' a Nadal el Masters 1.000 de Indian Wells hace un año -arrastrando una lesión-. Y le propuso al estadounidense un diálogo exigente, para que se beneficiaran ambos del duro examen compartido. Porque, a fin de cuentas, el español tiene 19 años y el norteamericano, 25. Están en edad de crecer, aprender y mejorar.
Pero en 2023 le está costando a Alcaraz encontrar contrincantes que le fuercen a elevar su nivel. Porque unas veces se le pone cara de Federer, otras de Djokovic y otras de Nadal. Y en ocasiones, como la de hoy, se le mezclan los tres mitos en su tenis. En el último mes y medio no le ha frenado nadie. Sólo la lluvia de Florida le ha interrumpido su marcha triunfal. Por este fenómeno atmosférico no pudo disputar el jueves estos cuartos de final del Masters 1.000 de Miami. Aún así, a pesar del aplazamiento, 'Carlitos' volvió a volar. Arrasó a Fritz con una naturalidad que causa pasmo. Le exprimió de inicio y terminó por sacar de quicio al peleón tenista local (6-4 y 6-2).
Había dicho el californiano en la previa que "nos vamos a divertir". No se equivocó, aunque él quedó fuera de dicho augurio. Antes de este encuentro sólo había cedido su servicio dos veces -en los tres duelos precedentes-; en esta fecha lo perdió en el primer juego del envite. Así de rápido le aclaró la relación de fuerzas el número uno del mundo, que saltó a la pista con voluntad de dominio. Quiso empezar acomplejando a Fritz, con su repertorio llevado a la máxima expresión. Todo ello al galope de un ritmo abrasivo estudiado en la estrategia de partido.
Aguantó el estadounidense el chaparrón como pudo. No le quedó otra que despertar a toda velocidad y cambiar su estilo templado para golpear con riesgo. Si no, descarrilaría desde el prólogo. A esa situación de urgencia temprana le constriñó el murciano. Y mostró su resistencia amontonando golpes ganadores de derecha -siendo su revés el arma verdaderamente dañina-. Escapó de la encerrona en su segundo turno de saque, en un juego que duró más de 14 minutos -sacó 20 veces-, para eludir el 3-0. Una barbaridad que llevó al extremo a su concentración.
Se mantuvo a flote con una reacción plena de orgullo, domando las acometidas del volcánico joven nacido en El Palmar. Y consiguió apretar algo a un Alcaraz impío, que aceleró aún más cuando se descubrió acuciado. Su superioridad no permitió alegrías a Fritz en toda la noche. Gestionó la ventaja con aplomo y seguridad, bien empeñado en la defensa de su servicio. Esperando a que a su rival se le secara el flujo de golpes ganadores, como sucedería indefectiblemente, en un cumplimiento estricto del plan pensado. Por contundencia, astucia y rapidez. Cerró el set en 46 minutos.
Le sentó muy mal al norteamericano no haber llegado a la orilla en su renacer. Dispuso de un turno de saque para abrir la segunda manga y le cayó un break en blanco. El gancho definitivo que le envió a la lona. Ahí se diluyó la dureza mental de Fritz -el set final duró 21 minutos-. Otra vez le tocaba remar a contracorriente para aspirar a una remontada muy complicada; de nuevo debía doblegar a un tenista en plenitud que le estaba exigiendo hasta el extremo. Y no fue capaz. La montaña le pareció demasiado grande y se le acumularon los gestos de frustración. Las preguntas retóricas del tipo '¿qué hago para aguantar?', '¿por qué no me entran los golpes?'. Cuestiones que hace emanar en la cabeza de sus oponentes 'Carlitos' con una frecuencia sorprendente.
La impotencia del californiano, que disparó sus errores no forzados, le allanó el camino a Alcaraz. El murciano compitió sin pestañear, firme. Resplandeciendo cada vez más, esta noche desde la quietud. Dudó Fritz hasta de su saque y en el último juego con su servicio cometió dos dobles faltas, torturado por el resto del talentoso español. Y mascullando su incapacidad. Estiró su estancia en pista hasta la hora y 17 minutos. Se marchó contrariado, sin poder expresar su buen y consistente tenis. Sin divertirse, en definitiva. Todo lo contrario que 'Carlitos'. Este año lleva 18 victorias -y los títulos de Argentina e Indian Wells- y tan solo una derrota -en la final de Río, cuando jugó tocado-. Son ya 10 partidos seguidos sin perder un set.