Hay que impugnar las elecciones en Melilla y en Mojácar

Pedro Sánchez calla todavía después de que saltara el escándalo de la compra de votos del PSOE en varios pueblos, en especial en Mójacar con dos candidatos del partido detenidos y, en Melilla, por sus socios de Gobierno en la ciudad española. Pero tiene la desfachatez de acusar al PP de “embarrar” la campaña cuando son sus propios candidatos los imputados por sobornar a inmigrantes y personas vulnerables para cambiar su papeleta por 200 euros o un puesto de trabajo. El líder socialista aparece en los mítines sonriente y aparentemente ajeno a uno de los mayores escándalos de la democracia. Si no es el inductor de poner en marcha esta red de corrupción electoral, al menos es el máximo responsable como secretario general del partido y el cómplice de los delitos cometidos.

Tampoco ha movido un dedo la Junta Electoral Central que se ha limitado a poner multas simbólicas de 2 o 3.000 euros a los ministros que han incumplido la neutralidad al aprovechar el Consejo de Ministros para atacar al PP o proclamar eslóganes socialistas desde Moncloa. Al presidente, sin embargo, ni siquiera le han reprochado que anunciara en cada mitin las medidas que, a continuación, aprobaría su Gobierno.

La pasividad de la JEC resulta inadmisible. Debería, al menos, impugnar las elecciones en Mojácar y en Melilla ante el más que evidente riesgo de que se hayan tramitado votos manchados de corrupción. Los comicios en estas plazas se pueden repetir de nuevo en unas semanas sin problema alguno. Pero, al igual que el presidente, la Institución que debe velar por evitar trampas electorales ha dado la callada por respuesta.

No se pueden celebrar las elecciones municipales y autonómicas como si nada hubiera ocurrido. Los españoles necesitan creer en la democracia, en la limpieza del resultado final el 28-M después de que las denuncias por compra de votos se hayan extendido por media España. Y, casualmente, en todas es el PSOE el protagonista de las trampas. Este domingo, los electores depositarán su papeleta en las urnas con la sospecha de participar en una farsa. Pedro Sánchez está a un paso de dar un golpe de gracia a la democracia en España. Y, ante las elecciones generales, se acrecienta el riesgo y el temor a que el candidato socialista prosiga con las trampas.