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TRIBUNA

Los libros de Res Hispánica

José Luis Roldán
sábado 27 de mayo de 2023, 20:00h

Han pasado casi dos meses desde aquel encuentro de Res Hispánica en San Lorenzo de El Escorial y quizá pueda parecer que la crónica de lo sucedido llega tarde, en avanzado estado de caducidad. Sin embargo, hay una razón preventiva que excusa dicha tardanza: si la escritura nos permite cincelar en el pesado mármol de la eternidad lo que, de lo contrario, será sepultado por el fango del tiempo, entonces es menester que uno piense detenidamente lo que va a escribir. Y más si se trata de algo como la hispanidad, hito civilizatorio que concierne de forma inmediatamente a los quinientos de millones de hablantes de la lengua española y, de forma mediata, al resto del orbe.

El encuentro comenzó la tarde del viernes con la bienvenida del cómico y politólogo venezolano Laureano Márquez y con una intervención de este cronista sobre el pasado, el presente y el futuro de Res Hispánica. A continuación, de forma espontánea, surgió la idea, entre el más de medio centenar de los asistentes, de que cada uno de los colaboradores de Res Hispánica allí presentes tomara el micrófono y dirigiera unas palabras al resto, a modo de presentación. Aunque los participantes habituales del canal ya nos poníamos cara entre nosotros, el gesto de presentarnos al auditorio reforzó el clima de calidez y amistad que ya se presentía desde que Marga Prior, hija del gran pintor impresionista, tuviera la gentileza de exponer en la sala del encuentro los retratos de Murillo, el Greco, Velázquez, Goya y el Quijote. Entrada la noche, en mesas de cuatro, los asistentes disfrutamos de la cena y la amena conversación. En el caso de Laura y mío, tuvimos el gusto de charlar con el Brujo de Villahizán y el profesor Ramón Emilio Mandado –del que tuve el honor de ser alumno en la Facultad de Filosofía– sobre el pretérito y el destino de la comunidad hispánica.

A la mañana siguiente, tras una silenciosa noche en una de las habitaciones del María Cristina, que a pesar de las comodidades mantenía el aire de una celda monástica, y de un amanecer protagonizado por el piar de los mirlos escurialenses, tuvo lugar el desayuno. En esta ocasión, Laura y yo compartimos la primera comida del largo día que nos esperaba con Rubén Franco, profesor de Filosofía, y con la escritora Irene Gálvez. Preparados los medios técnicos para la grabación y la emisión en directo por el canal de YouTube de las intervenciones, dio comienzo la primera de las cuatro mesas programadas para aquella jornada.

La mesa, titulada ‘Los libros de Res Hispánica’, fue presentada y moderada por el periodista Pedro de Tena, quien aprovechó la ocasión para proponer la creación de una biblioteca hispánica digital, la cual pronto verá la luz. El propósito de esta primera mesa fue bien sencillo: reunir a cuatro o cinco colaboradores del canal, especialmente escritores, para que nos hablaran de sus obras.

Mi estimado Alfredo Arias comenzó hablándonos sobre su formación como filólogo y su trabajo como editor y crítico en Cátedra de El largo adiós, novela cumbre del género detectivesco, para después compartir con nosotros el propósito que perseguía al escribir su monumental trilogía de La mujer sublime (2018-2021). Alfredo expresó con ánimo quijotesco que si hay algo hermoso en la vida es luchar por la idea de algo. En su caso, se trata del eterno femenino, que se manifiesta no sólo en las mujeres sublimes, sino también en la femme fatale: desde Santa Teresa de Jesús hasta Salomé. En previsión de que algún incauto, entre los allí presentes, le preguntara por qué eligió ese tema para su obra, sentenció que si uno canta a algo, que sea al Sol y no a la pelusa de su ombligo.

Tras Alfredo, Ignacio Gómez de Liaño –a quien le gusta decir que su primo Javier, prestigioso jurista, es familiar suyo, y no al revés– tomó la palabra y comenzó hablándonos de su libro más reciente: El eclipse de la civilización (2023). En esta obra las figuras de Cicerón, Séneca y San Pablo son contrapuestas a las de Mahoma, Marx y Hitler. Los tres primeros suponen el momento aureolar de la razón: Cicerón representa la entrega de la ley a Occidente; Séneca, la introspección estoica y, finalmente, San Pablo la creación de comunidades, al considerar a todos los seres humanos como hermanos, hijos de Dios. Frente a las tres figuras del eclipse, y no de la destrucción, de la razón –pues el autor quiere dejar una puerta abierta al optimismo– no se trata de enfrentar la manida democracia, sino la ‘eticocracia’ de la primera tríada a la ‘tiranocracia’ de la segunda, de la que el nacionalista vasco Sabino Arana, advirtió Gómez de Liaño, es el precedente del líder nacionalsocialista. Tras comentar su último libro, hizo lo propio con otro de sus títulos recientes, El reino de las luces: Carlos III (2015), en el que muestra que el Neoclasicismo fue posible gracias a las excavaciones españolas en Pompeya. Finalmente, nos confesó que gracias a su tercer libro, Los juegos de Sacromonte (1975), conoció a Salvador Dalí, quien se habría afiliado sin ninguna reserva –afirmó Ignacio– al canal Res Hispánica.

Después de Ignacio, vino la voz de Boris Cimorra, quien nos habló de La voz que venía del frío (2010), libro dedicado a su padre, Eusebio Cimorra, quien se dirigía, bajo el pseudónimo de Jorge Olivar, a todos los españoles a través de Radio Moscú desde la URSS. Tras esta obra, publicó dos novelas históricas cuyas tramas giran en torno al oro español robado y llevado a Moscú: Las orejas de oro (2014) y Hasta el último maravedí (2015). En esta operación de desfalco, ordenada por Stalin y permitida por la complacencia de los comunistas españoles, realmente no se robaron lingotes –como muchos pensábamos–, sino monedas de oro. Tal fue la cantidad sustraída, nos contó Boris, que Stalin dijo que la Plaza Roja debería ser llamada la Plaza Dorada, porque con todo el oro robado se la podía cubrir por completo. El mismo individuo, por lo visto, también afirmó que al acabar la guerra los españoles no verían el oro que les pertenecía como no verían sus propias orejas, sentencia que explica el título de la primera de las novelas. Finalmente, compartió con nosotros la idea fundamental que vertebra su última publicación, La caída del Imperio Soviético (2021), la cual consiste en la tesis de que la URSS se hundió porque los bolcheviques demarcaron administrativamente todas las provincias hasta formar quince repúblicas socialistas. Sin embargo, el ánimo de este libro no es tanto reconstruir los hechos, confesó Boris, como alertar a otros países del riesgo de desintegración que puede causar la fragmentación política.

En penúltimo lugar, Jorge Casesmeiro nos relató sus sucesivos encuentros con la hispanidad a lo largo de su vida: a través de la obra del mexicano José Vasconcelos descubrió las raíces hispanas de San Diego, donde él estuvo de joven estudiando inglés; halló a un hispanista llamado Viktor Frankl, diferente del célebre psiquiatra de mismo nombre y apellido; y descubrió la figura del ucraniano Yaroslaw Flys, quien escribió la primera tesis doctoral sobre Federico García Lorca. No es de extrañar que un hombre cuya vida ha estado marcada por las convergencias entre la cultura hispánica y el resto del mundo haya escrito una novela como El túnel (2021). En esta obrita, Jorge recrea la juventud de Adolf Hitler, quien está fascinado, antes de la I Guerra Mundial, por la novela El túnel, de Bernhard Kellermann, cuya primera traducción a otro idioma fue, sorpresivamente, al español. Hacia el final de su intervención, nos confió el secreto de que ahora está preparado una obra sobre los caballeros andaluces en América, la cual, como es natural, estamos impacientes por conocer.

En último lugar, pero no por ello menos importante, José Sánchez Tortosa nos habló sobre sus dos últimas publicaciones, El culto pedagógico (2018) y La libertad desnuda (2022). El primer libro, aunque sólo tiene cinco años de vida, ya se ha convertido en un tratado de filosofía de la educación de obligada consulta si se quiere formular una crítica rigurosa del empobrecimiento intelectual causado por las nuevas tendencias pedagógicas. En el segundo título, asistimos a una historia textual, y a la par iconográfica, de la idea de libertad, la cual, si bien es problemática para cualquier filósofo, más aún para un materialista espinosista –perdonen el pleonasmo– declarado. Sin embargo, lo más valioso de su intervención fue el vínculo que estableció entre una y otra obra: la base de la educación es una libertad consistente en la obediencia de la necesidad, de la razón, y ello sólo es posible mediante una geometrización de la enseñanza donde se da una despersonalización del profesor, en tanto que éste queda reducido a mera función-docente.

Finalmente, Antonio Urdiales, descendiente del heroico Bernardo de Gálvez, dirigió a los allí reunidos unas palabras de optimismo y esperanza sobre el futuro de la comunidad hispanoamericana.

Qué se dijo en las posteriores mesas de aquella segunda jornada del I Encuentro de Res Hispánica es algo que, estimados lectores, debéis fiármelo a futuras entregas.
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