El último salto mortal de Pedro Sánchez

Poco ha tardado Pedro Sánchez en reaccionar tras el trastazo electoral del 28-M. En su noche más trágica, no se atrevió a dar la cara; ni siquiera acudió a Ferraz a compartir con sus compañeros de partido el recuento de votos. A esas horas, ya debía saber lo que le esperaba. Pero la pirueta de adelantar las elecciones generales ha cogido a todos por sorpresa. Y ése es el primer motivo de su maniobra. Acorralado y humillado, ha optado por dar un salto mortal de imprevisibles consecuencias para su futuro político y el de su partido. Un salto mortal que podría ser el último si vuelve a ser arrollado en las urnas.

De momento, sin embargo, aplaca la lógica indignación, si no rebelión, de sus barones por haberles puesto en el disparadero por sus alianzas con Bildu y compañía y el escándalo de la compra de votos. Los socialistas se ven obligados a cerrar filas con su líder ante la inminente convocatoria electoral. También consigue Sánchez pillar a sus rivales con el pié cambiado ante la nueva campaña. Pero lo que de verdad ha llevado a Moncloa a tomar esta decisión se basa en que para esas fechas el PP puede estar negociando y pactando gobiernos autonómicos y municipales con Vox. Porque, sin duda, ese va a ser el eslogan socialista en la próxima campaña. Sin ir más lejos, en su crónica sobre el adelanto electoral, el diario El país no habla de un posible gobierno del PP tras los comicios. Sino de un "posible Gobierno del PP y Vox". La frase aparece en la información del periódico gubernamental más de una docena de veces. Busca así Moncloa movilizar a la izquierda ante el riesgo de que llegue al poder "la ultraderecha".

De momento, Sánchez ya ha conseguido que, en lugar de hablar de la debacle socialista el 28-M, la clase política y periodística se centre en las elecciones generales. Camufla así el aluvión de críticas a su perjudicial protagonismo en la campaña de las municipales y autonómicas. Y busca pasar página como si nada hubiera ocurrido. También ha debido sopesar Sánchez la tortura a la que iba a ser sometido por sus socios de Gobierno durante más de medio año. Ahora, la legislatura ha concluido a efectos prácticos y no se verá obligado a pactar con Podemos, Bildu ni ERC, ni a soportar las burlas del entero arco parlamentario. Pues las Cortes serán disueltas este miércoles para cumplir con los plazos reglamentarios.

La maniobra no deja de ser hábil. Aunque la gente tiene memoria. No olvida las nefastas consecuencias que ha tenido para España su Gobierno de coalición. Y por mucho que pretenda perjudicar a su gran rival al hablar del "gobierno de PP y Vox", la oposición no dejará de señalar que el presidente se ha mantenido en La Moncloa gracias al apoyo de los comunistas, proetarras y secesionistas aficionados a dar golpes de Estado. Muchos elogiarán a Sánchez por sus reflejos, que sin duda tiene. Pero no va conseguir cambiar la pésima imagen que se ha ganado durante sus 5 años de presidencia, durante la campaña del 28-M y durante sus muchas y arrogantes comparecencias en el Congreso o en La Moncloa. Y nadie va a olvidar que gracias a su gestión y a su soberbia, ha dado alas al PP que ha alcanzado una histórica victoria que le va a permitir gobernar en más Ayuntamientos y Comunidades que nunca. Ha echado un órdago que ahora le sirve para prolongar la partida. Pero sus cartas son las de siempre. Solo cabe esperar que no estén marcadas. Como siempre.