Los futbolistas y sus familias tuvieron que atrincherarse para no ser agredidos por los ultras.
El Brescia ha firmado esta semana su descenso de categoría. En concreto, a la Serie C, la Tercera División del fútbol italiano. Hacía 38 años que no caía tan abajo. El pasado viernes concedió un empate en casa, en el minuto 95 de juego, y se desató el caos en su estadio y en los aledaños del Rigamonti. Las tablas que consiguió arrancar el Cosenza provocaron la confirmación de la debacle deportiva del club en el que una vez militaron, entre otros, Roberto Baggio, Alessandro Altobelli, Andrea Pirlo o Pep Guardiola.
Los problemas comenzaron cuando, a falta de dos minutos para la conclusión, los ultras inauguraron sus lanzamientos de bengalas con dirección hacia los jugadores de su equipo. El colegiado entendió de inmediato la gravedad de la situación y ordenó a todos huir hacia el túnel de vestuarios. Poco después decretó el final, ante la imposibilidad de regresar a césped en condiciones de mínima seguridad.
Descenso y violencia descontrolada
De la Curva Nord -fondo norte- descendieron decenas de radicales con ganas de expandir su violencia. En el césped desarrollaron una auténtica batalla campal contra la Policía desplegada en previsión de lo que acabaría sucediendo. También quisieron agredir a los aficionados del Cosenza despalzados hacia el estadio lombardo. Perok ahí no acabaría el terrible entuerto.
Cuando se consiguió desalojar el recinto, los ultras no se marcharon a casa. Sostuvieron su descontrol violento alrededor de un estadio en el que tuvieron que permanecer guarecidos futbolistas, sus familias, periodistas, fotógrafos y los trabajadores del Rigamonti.
Los futbolistas y sus familias, retenidos dentro del estadio durante dos horas y media
No pudieron salir porque, en el entretanto, los ultras estaban batallando para acceder a vestuarios. Asimismo, tal y como ha publicado 'La Gazzetta dello Sport', llegaron a amenazar con un cuchillo a un jugador y quemaron el coche del defensor Matthieu Huard.
Hasta la una de la madrugada no se pudieron desalojar el estadio los allí retenidos por la violencia ultra. Dos horas y media después del pitido final. El parte policial refleja cinco agentes heridos -uno de ellos de gravedad- y varios coches quemados. El problema de la violencia ultra se está reproduciendo de forma insistente en el fútbol europeo a través de Italia y Francia. Y no parece que vaya a remitir pronto.