La ocurrencia de Pedro Sánchez de celebrar seis cara a cara con Alberto Núñez Feijóo, cada lunes...
La ocurrencia de Pedro Sánchez de celebrar seis cara a cara con Alberto Núñez Feijóo, cada lunes hasta las elecciones del 23 de julio, respondía a que el presidente considera que ha basureado al líder de la oposición en todos y cada uno de los encuentros que con él ha mantenido en el Senado. La propuesta era disparatada. No existe memoria de que en ningún país se hayan televisado seis debates seguidos entre los dos principales candidatos a las elecciones. Se trataba de una excentricidad, de un despropósito, y Alberto Núñez Feijóo decidió no embestir la muleta con que le citó Pedro Sánchez y afirmó lo que dicta el sentido común: que sí a un debate cara a cara antes de las elecciones.
En el entorno monclovita se han escuchado las risas que ha provocado la oferta presidencial y, por eso, ha filtrado esta declaración: “El presidente no ha solicitado seis debates. Se ha limitado a aceptar los encuentros propuestos por los grupos de comunicación”.
Esta filtración negaba la evidencia. Son millones las españolas y los españoles que escucharon y vieron en televisión cómo Pedro Sánchez desafiaba a Núñez Feijóo a que debatiera cara a cara con él todos los lunes hasta las elecciones. Nadie puede negar una evidencia constatada por millones de espectadores. Se trataba y así lo entendieron innumerables comentaristas de que Pedro Sánchez, que se mueve frenéticamente y a la desesperada, pretendía jugar con ventaja desde su creencia de que domina el debate cara a cara, y mucho más en televisión, contra un Alberto Núñez Feijóo que se maneja mejor en la calle que en los platós de televisión.
Está claro que habrá debate cara a cara. Uno sólo. Y tal vez otro debate en el que participen los representantes de aquellos partidos que tienen representación parlamentaria, aparte de los que puede organizar algún canal de televisión en programas destacados. La propuesta, en fin, de Pedro Sánchez no es democrática sino ventajista y Alberto Núñez Feijóo ha hecho muy bien en no caer en ella manteniendo el equilibrio que debe presidir la campaña electoral.