El genial Thomas Bernhard poco antes de subir al Sol por la Vía Láctea escribió las 30 estaciones de su portentosa letanía Insultos a la patria, que figura en la mayoría de mis libros como en el ejemplar en español.
[Entre otros, también figura en L’idiot internacional de 1989 con Austria, X; como, bajo mi firma, el 25 de febrero de 1989 en El País de Madrid con Austria, E, esta vez A petición de los más numerosos Austria, X.]
«Austria, X, es una cloaca sin cultura ni alma».
«Austria , X, rocía con su inmunda pestilencia a toda Europa».
«Austria , X, es un teatrucho podrido, putrefacto y en ruinas».
«Austria , X, está representada por una caterva de sinvergüenzas que se odian entre sí».
«No quiero, ni vivo ni muerto, tener relación ninguna con Astria, X,».
«Quiero denigrar a Austria , X, hasta mi último suspiro».
***
Hasta aquí una miscelánea de la prosa de Thomas Bernhard, para que el lector perciba una parte de la virulencia de sus incriminaciones. Arbitrariamente, había sustituido a Austria...
La traducción edulcora su requisitoria, infinitamente más violenta en su propia salsa. Naturalmente, ni Francia ni España tienen nada que ver con Austria, ni en los pasajes de sus aventuras, ni en las avenidas de sus postraciones, sin embargo, ¿necesitan nuestras sociedades un imprecador de la impetuosidad de Thomas Bernhard?
A algunos países enfangados en sus orgullosas certidumbres y mal esclarecidos por los antorchones del patrioterismo les vendría bien la presencia en su seno de un rebelde sin pelos en la lengua, pero de pelo en pecho.
Los Estados suelen subsidiar a sus empalagosos lisonjeros y a sus faranduleros más rendidos. Aquellos que fustigan el conformismo ordinario, para mayor gloria del país, naturalmente sólo reciben julepes y excomuniones.
El martes 14 de febrero, al concluir mi conferencia en Hamburgo se me acercó el doctor Hofmann, emigrante austriaco que dirigía el museo de la ciudad.
Me preguntó: ¿Qué opina de Thomas Bernhard, el escritor austríaco más vivo?
Ni él ni yo sabíamos que en aquel instante sus hermanastros le estaban enterrando en un arrabal de Viena.
El testamento de Thomas Bernhard quebrantó a rienda suelta todos los preceptos de los vivos.
El autor, fuera de la jurisdicción de los mortales, voló, sin que le alterara la brisa de las aclamaciones ni los remolinos de los vituperios,
hacia la inmortalidad.
***
Diez «seudo-arrabalescos» en recuerdo de Thomas Bernhard:
«…la existencia ¿qué aniquilamiento?»
«…incluso lo que no está contra mi ¿no está a mi favor?»
«…como a Kurt Gödel me encantaría creen en los fantasmas ¿y en los vivos?»
«…buscan en vano allí ¿lo que no pueden encontrar aquí?»
«…la sensibilidad ¿ es una descripción legendaria y castiza de las exaltaciones?»
«…no despreciar a nadie¿nadie nos supera?»
«… todos repletos de tabúes y prejuicios ¿incluso los que carecen de ellos?»
«…a posta lo hacemos todo ¿no pudiendo evitar de hacerlo?»
«…transcurso y espacio ¿jeroglíficos?»
«…congruente ¿sin invariabilidad?»
«…cuando me amedranto exteriorizo ¿mi faz más humana?»
«…la insolencia es un distintivo inadmisible ¿de debilidad, sandez y frialdad mortal?»
«…nunca renuncié a todos ¿aunque siempre renuncio a todo?»
