La III Reunión Ordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), a celebrarse este 10 de agosto en Quito, augura mucho movimiento y titulares, ya que no sólo coincide con la investidura de Ecuador en la presidencia pro témpore de la organización regional, sino porque el encuentro va a estar centrado en el debate del controvertido convenio firmado por Bogotá y Washington, sobre la cesión de cuatro bases colombianas al Ejército estadounidense.
La III Reunión Ordinaria de la
Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), a celebrarse este 10 de agosto en Quito, augura mucho movimiento y titulares, ya que no sólo coincide con la investidura de Ecuador en la presidencia pro témpore de la organización regional, sino porque el encuentro va a estar centrado en el debate del controvertido convenio firmado por Bogotá y Washington, sobre la cesión de cuatro
bases colombianas al Ejército estadounidense.
La presencia militar norteamericana en la región no ha hecho otra cosa que despertar la preocupación de los líderes más moderados del continente y la ira de los más radicales. Por un lado, los gobiernos de Brasil, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, aún cuando no han mostrado su beneplácito por el mencionado acuerdo, si asumen una posición respetuosa con la decisión del gobierno del presidente Álvaro Uribe, siempre y cuando el mismo se mantenga como un tema de la política interna de Colombia, y no afecte más allá de sus fronteras.
Sin embargo, la tajante negativa el trío conformado por Venezuela, Ecuador y Bolivia, no se hizo esperar. Tanto
Hugo Chávez, como
Rafael Correa y Evo Morales, aducen a que la presencia de soldados norteamericanos en la región es un gesto intimidatorio y una amenaza directa a la soberanía de las naciones del sur, que incluso podría instar a un conflicto armado en la región.
Mientras Uribe se echaba un periplo relámpago por el vecindario suramericano, para explicarle a sus homólogos de qué va el acuerdo militar con EEUU, Chávez y Correa no han perdido el tiempo para preparar el terreno de la confrontación en la próxima reunión de UNASUR.

Por un lado, el polémico mandatario se ha valido del grave deterioro que ha experimentado las relaciones colombo-venezolanas en los últimos días, para calificar a
Colombia de ser la “cabecera de playa” de Estados Unidos, y acusa a la potencia norteamericana de planear agresiones contra Venezuela para hacerse con el petróleo de su país. Mientras que Correa, advierte de que si Ecuador es “nuevamente atacado” por el Ejército colombiano, no dudará en responder. Pero de lo que no se percatan sendos presidentes, es que ellos también tienen algunos asuntos que aclarar en el pleno de UNASUR.
Pese al empeño de Hugo Chávez y de Rafael Correa de concentrar toda la tensión del debate regional en Uribe y el convenio de las bases, lo cierto es que el expediente de los lanzacohetes AT4, propiedad de la armada venezolana, que en pasados días fueron incautados a las FARC; así como la supuesta financiación de la campaña presidencial de Correa en 2006 con fondos del citado grupo guerrillero, no deben quedar a un lado de la agenda del encuentro regional, ya que son asuntos tan delicados, cuestionables e inquietantes como el
acuerdo militar entre Colombia y EEUU.
Asimismo, es incomprensible que UNASUR le haya cedido la presidencia a Ecuador con el handicap que arrastra por sus presuntos vínculos con la narcoguerrilla, habiendo otros países de la región con un expediente más acorde para encabezar una institución internacional que apenas lleva un año de operaciones. Un cargo que rechazó el
gobierno de Uribe, precisamente por la delicada posición geopolítica en la que se encuentra su país.
Este lunes los doce estados miembros de la Unión de Naciones Suramericana asistirán a la que pueda ser una de las asambleas más difíciles dentro de su corta historia, o peor aún, al último avance circense de diplomacia latinoamericana.