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Una digresión sobre la frontera en el mundo islámico

Víctor Morales Lezcano
viernes 11 de septiembre de 2009, 20:36h
El flujo de noticias “fronterizas” que cae sobre el lector, televidente o internauta de nuestros días es abrumador. Abrumador, por la cadencia de su ritmo de difusión, abrumador por el dramatismo que impregna muchos titulares, como la “matanza” de casi un centenar de afganos, muchos de ellos civiles, por fuerzas alemanas encuadradas en la misión que se ha impuesto la OTAN en aquel país limítrofe entre Asia Central y Oriente Medio; y además de abrumador, cargado de un cúmulo de nuevas repercusiones virtuales en el seno de los gabinetes gubernamentales, como el del presidente Obama en Estados Unidos y el del laborista Gordon Brown en Gran Bretaña. Ello por no mencionar el alcance de la salpicadura política que el lanzamiento del misil otánico arrojado en una localidad del norte de Afganistán, pueda tener en Alemania durante fechas preelectorales. (No hablemos de la delicada situación a que queda expuesto el presidente Zapatero y su ministra de Defensa en caso de que el gobierno de España tome la decisión de aumentar el contingente de su aportación militar a las fuerzas que, en sedicente “misión de paz”, se han acantonado en el oeste de Afganistán).

Nos parece que el dossier afgo-pak está lejos de haberse cerrado. Como lo revela la historia de las resistencias locales a la ocupación de su territorio por tropas extranjeras -caso de los rifeños versus los ejércitos de España y Francia entre 1909-1927, o de los senussi en Libia versus el ejército colonial italiano entre 1912-1931-.

Las revueltas armadas pueden ser el foco de una resistencia tenaz contra el invasor, y además de duración prolongada. Durante su transcurso salen muy lesionados, por lo general, los dos contrincantes. No hay sino que volver a la guerra de Vietnam para tener patente de razón.

Que el mundo islámico, de geopolítica tan dispersa como compleja, sea el más sensible de los tres mundos en generar problemas fronterizos, parece ser evidencia de las más obvias.

En el escenario afgano-paquistaní los disensos son fortalecidos con el concurso de la geografía; en Irán, con el apoyo de la disidencia chií (frente al moderantismo sunní, tan predominante en todo el norte de África, desde Egipto a Marruecos).

Como ya hemos escrito hasta la saciedad, la dispersión territorial del islam facilita la proliferación de lo que -para un occidental- son frentes hostiles a las hojas de ruta y a su planificación de proyectos energéticos.

La “alianza de civilizaciones”, de otra parte, constituye una página más del voluntarismo occidental, tan plausible en su formulación filantrópica, como imposible de aplicar a la cartografía de los conflictos con que el tiempo presente viene afligiendo al Oriente musulmán.

Por ahora, el Magreb continúa siendo el marco geográfico menos “aparatoso” del panorama islámico al alcance de nuestro parvo conocimiento. Y no, precisamente, porque no haya allí fisuras fronterizas.

¿Cuánto tiempo podrá permanecer el Magreb en su statu quo, en medio del tumulto de oleajes que se abate sobre Dar al-Islam?

Víctor Morales Lezcano

Historiador. Profesor emérito (UNED)

VÍCTOR MORALES LEZCANO es director del Seminario de Fuentes Orales y Gráficas (UNED) y autor de varias monografías sobre España y el Magreb

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