¿El fin de la democracia?
jueves 10 de diciembre de 2009, 21:48h
No puedo evitar hacer conjeturas respecto al acto de violencia que ha sufrido Hermann Tertsch recientemente en la calle Almirante (en ese bello y buen barrio): ¿le han mandado un matón por presentar una demanda contra la Sexta, el Gran Wyoming y Globomedia? ¿Los que lo calumniaron no son lo suficientemente hombres como para responsabilizarse de sus actos y se enfadan cuando el calumniado a su vez se enfada con ellos por su calumnia? ¿O es pura casualidad que Alguien le haya ido a pegar porque sí (¿por diversión?) justo en este momento? (Conjeturas, conjeturas).
De alguna forma, lo sucedido me trae a la memoria lo que me acaeció hace poco, cuando un amigo me dijo que las mujeres siempre escriben peor que los hombres, tras lo cual yo me enfadé muchísimo, y le reté en combate de argumentos verbales, que lo llevó a él a enfadarse y a espetarme: ‘pero ¡cómo te pones, no te lo tomes personalmente!’ ¿Se habrán enfadado por la demanda los demandados? Pero, ¿cómo no se va a tomar Tertsch personalmente lo que ha hecho el tipo del estúpido nombre “artístico” en su programa que ven millones de personas? Es indignante, pero aún más indignante es que una persona sea agredida físicamente por defenderse legalmente cuando es vilipendiado.
Y todo esto nos devuelve a la siguiente constatación de la realidad circundante: en esta España nuestra es muy peligroso expresar en público opiniones críticas hacia la izquierda gobernante, porque se arriesga uno no sólo a ser insultado (me ha pasado a mí más de una vez, desde el ridículo: ‘¡ah, eres fascista!’ al: ‘no me podía esperar de ti opiniones tan rancias y reaccionarias, tú que parecías tan moderna, inteligente y bohemia’), sino también ahora, como vemos, uno puede terminar siendo agredido físicamente. Supongo que Tertsch ha tenido suerte de salir sólo con dos vértebras rotas, contusiones y el pulmón dañado, habría podido ser mucho peor, ¿verdad? Una patada de kárate bien dada es mortal. ¿Es éste el futuro al que los periodistas nos enfrentamos a partir de ahora? ¿Tenemos que temer por nuestra vida si criticamos a la izquierda?
¿Vivimos o no vivimos en un país democrático? Lo que ha sucedido me hace pensar en los tiempos antes de la Guerra Civil, cuando expresar y ser como uno era se volvió suficiente razón para ser agredido y hasta asesinado en la calle. Esto es intolerable en un país civilizado y democrático.
Espero de todo corazón que se descubra al responsable de semejante acto de violencia y odio desmedido e irracional, y se le castigue con la dureza que merece el caso. Y también espero que todo aquél, que respete la democracia y no se mofe de ella, condene lo sucedido. De una patada de kárate en la espalda a un tiro en la nuca no hay un paso tan largo.