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El papelón

Alejandro Muñoz-Alonso
lunes 01 de febrero de 2010, 21:37h
Hace sólo unos días mantuve una larga conversación con un diputado francés del partido de Sarkozy que se inició con la expresión, más que de su sorpresa de su incredulidad por lo que estaba pasando en España. “¿Cómo es posible que un país al que hace diez años admirábamos hasta el punto de provocar envidia por lo bien que estaba haciendo las cosas, hasta el punto de que se hablaba del milagro español, haya llegado a ser uno de los más visibles farolillos rojos de Europa?”. En su opinión, los españoles demostraron entonces su capacidad para ponerse en el pelotón de cabeza y por convertirse en una de las referencias indispensables en el debate europeo. Para mi interlocutor era notable cómo España colocaba a sus candidatos en importantes puestos internacionales y, aunque el debate sobre la guerra de Irak, tan falseado en España, pudiera hacer pensar otra cosa, producía una cierta envidia su capacidad para trabar con los Estados Unidos una relación muy especial, baza siempre relevante en las relaciones internacionales, cualquiera que sea el ocupante de la Casa Blanca. De todo eso no queda nada, me decía, ¿cómo es posible que se haya esfumado un tan importante bagaje internacional y económico en relativamente tan poco tiempo?

Aunque hablamos de la crisis, obviamente no era esa la respuesta que buscaba. Ellos, como todos los europeos también están sufriendo la crisis, aunque la soportan con un mayor optimismo. Era el mismo día que el FMI había hecho públicas sus previsiones para 2010 y 2011 que muestran cómo Europa, con la notable excepción de España, estaba saliendo de la recesión y afrontaba un horizonte de crecimiento. Todos saben que el paro va a seguir porque la creación de empleo va ser lenta, pero con la enorme diferencia de que el paro español, el doble de la media europea, y en torno ya al 19 por ciento, le parece a cualquier persona sensata una carga inasumible. Se me preguntaba si no se había visto dañada la paz y la cohesión sociales, algo que parece increíble si no se tiene en cuenta la existencia de una amplia economía subterránea y de un red familiar que, esta última, se me decía, es una sana característica de España, y también de Italia, pero mucho menos de Francia. Por eso sorprende también la política antifamiliar del Gobierno española. Ante la insistencia de mi interlocutor, no tuve ya más remedio que darle la única explicación válida: Todo esto ocurre porque en España tenemos desde hace seis años un Presidente de Gobierno que se llama Rodríguez Zapatero que no sólo es el colmo de la incapacidad sino que tiene como “mérito” principal su proclividad a crear división y enfrentamiento entre grupos y territorios. “Pues si la principal virtud de un político es su capacidad de crear unidad y entendimiento, quiero eso decir que estáis gobernados por un antipolítico”, decía mi amigo que no acababa de entender cómo después de haberle elegido en 2004, en unas circunstancias tan anómalas, una mayoría del pueblo español le volvió a dar su confianza en 2008. Como yo tampoco lo entiendo y si profundizo en el tema me avergüenzo crecientemente por lo que se considera falta de madurez de nuestro país, preferí cambiar de conversación.

La cuestión del papelón que hace el Presidente del Gobierno español cada vez que sale de España resulta tan inevitable como penosa, especialmente ahora que le ha dado por viajar. Por aquellos mismos días de la semana pasada Zapatero se presentó en el renombrado Foro Económico de Davos donde, para mayor inri, compareció acompañado de los otros dos “peores alumnos” de la UE -Papandreu, primer ministro de Grecia y su colega de Letonia, Dombrovskis- porque son los países con peores perspectivas económicas. Era bochornoso contemplar al presidente del Gobierno de España formando parte de este auténtico “pelotón de los torpes”. Y lo peor vino cuando tanto Zapatero como Papandreu -dos de los pocos líderes socialistas (con el baqueteado Gordon Brown) que quedan en una Europa que sabe muy bien que la izquierda no resuelve las crisis- trataron de justificar la difícil situación de sus países echando mano de la desacreditada teoría de la conspiración. Nuestras dificultades provienen –según ellos- de una confabulación internacional de los que se quieren cargar el euro (esto es, los americanos que, a pesar de Obama, parece que para esta gente siguen siendo los malos de la película) y que han empezado por los eslabones más débiles, Grecia y España. Olvida Zapatero que él heredó una economía muy saneada y que si ahora es débil, que lo es, se debe a su despilfarro y su incompetencia.

Hacía muchos años –exactamente desde la dictadura- que no daba tanta vergüenza pasearse por Europa y tener que escuchar esa letanía de sorpresas, preguntas mejor o peor intencionadas e incredulidades acerca de lo que está pasando en España. Volver de por ahí y escuchar al Presidente cómo toma graves decisiones (ahora el “pensionazo”) sin siquiera haber sondeado a la oposición, o como a la de “la conjunción planetaria” se le llena la boca con el “no vamos a permitir” al PP no sé cuántas maldades o al ministro de Trabajo descalificando a la crítica, “con la que no se construye el futuro” y no hay más remedio que preguntarse ¿pero esta gente se cree que este es un sistema de partido único? ¿Es que su modelo político es la Venezuela de Chávez, tan elogiada por Moratinos?

Alejandro Muñoz-Alonso

Catedrático de la UCM

ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO es senador del Partido Popular

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