Zapatero avanza, recula, nos lía y trapichea
María Cano
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mariacanoelimparciales/10/5/10/22
domingo 07 de febrero de 2010, 18:42h
Como una bailarina de ballet, el presidente del Gobierno ensaya cada paso que da, lo medita, lo ejecuta frente al espejo, perfecciona su técnica y cuando se convence a sí mismo a través de la imagen que le devuelve el cristal se lanza al escenario.
El que dio hace unos días fue, en cambio, un giro mortal precipitado por las presiones internacionales y locales. Le acusaban (y le acusan) de inmovilismo, de carencia de ideas, de no haber movido un dedo por evitar el desastre y de haber hecho caso omiso de las recomendaciones de los expertos, las mismas que otros países que ahora están mucho mejor que nosotros ya aplicaron hace tiempo. Ante el clamor generalizado reaccionó, pero a toda prisa y sin ensayos.
Anunció una reforma laboral que contempla, entre otras medidas, alargar la edad de la jubilación hasta los 67 años, suprimir las pensiones de viudedad para parejas que no hayan convivido mucho tiempo, abaratar los despidos con indemnizaciones que pasan de 45 días por año trabajado a 33 y eliminar las prejubilaciones excepto para los directivos. Toda una pirueta por parte de quien nunca iba a menoscabar los derechos de los ciudadanos ni a recortar el gasto social. Y las críticas no se hicieron esperar.
Los sindicatos por fin empezaron a protestar aunque con la boca pequeña, para lo combativos que les hemos visto en otros contextos, anunciaron movilizaciones por todo el país y presentaron en La Moncloa una carta en la que pedían al presidente que meditara su propuesta.
Para calmar los ánimos, el viernes se reunió Zapatero con los máximos representantes de sindicatos y patronal (CCOO, UGT, CEOE y CEPYME) para presentarles de manera formal su propuesta en la que, para sorpresa de todos, los adelantos que ya había ido lanzando como globos sonda se quedaron en generalidades a debatir y consensuar, según el documento en cuestión. Frenazo y marcha atrás.
Y después de la coreografía ensayada del viernes por la tarde, después de ver desfilar tras la reunión a Gerardo Díaz Ferrán, a Jesús Bárcenas, a Cándido Méndez y a Ignacio Fernández Toxo, este domingo nos hemos enterado de que no sólo se vieron sobre el escenario, sino que en secreto Zapatero se ha reunido con ellos también entre bambalinas. Pero, ¿por qué? ¿No es coherente y necesario que el Gobierno, antes de tomar una decisión de semejante calibre la estudie y debata con los principales actores implicados? ¿O es que hay otro tipo de negociación por debajo de la mesa que resultaría tan escandalosa si se conociera que es mejor tomar todas las precauciones necesarias para que eso no ocurra?
Luego dicen que la confianza está en mínimos… Pero, ¿en quién vamos a confiar si Gobierno, sindicatos, patronal, políticos, bancos y un largo etcétera conspiran y negocian de forma clandestina para colarnos luego sus soluciones milagrosas y perjudiciales para los ciudadanos en muchos casos? Por no hablar de los que meten directamente la cuchara en el cazo, que también son unos cuantos…
Sin confianza, sin trabajo, sin dinero, sin credibilidad, sin ideas y sin timón. Así avanzamos a trompicones por el calendario, a la deriva, despreciados en el contexto internacional por lastrar la economía comunitaria y con una marcha fúnebre de fondo. Es posible que en estos momentos Zapatero, en La Moncloa, se afane ensayando frente al espejo la sonrisa, el tutú, la postura. Igual estamos ante un Reagan a la inversa. ¿Alguien puede ofrecerle un papel y darnos una oportunidad de prosperar a los demás?
Subdirectora de EL IMPARCIAL
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