El consenso no se alcanza quedándose quieto
Juan José Laborda
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1718lamartingmailcom/12/12/18
viernes 12 de febrero de 2010, 17:04h
La ministra de economía, Elena Salgado, y su secretario de estado, José Manuel Campa, pudieron explicar en Londres la realidad de nuestra economía y las medidas que su departamento va a poner en marcha, de manera que la alarma sobre la solvencia de nuestra deuda se fue tan rápidamente como había venido. La intervención de José Manuel Campa desmintiendo la “conspiración especulativa” contra nuestra economía ha tenido dos efectos. Defender que esas prácticas no son posibles en una economía abierta como la europea. Y además, cortar en seco con los transitorios movimientos especulativos. La posterior declaración de “Moody´s” y de “Fitch”, desmintiendo que la situación económica española se pareciese a la griega, sirvió para dejarnos donde estábamos antes de esta semana: en el final de una crisis económica cuya recuperación puede ser muy larga y socialmente muy dura.
El Gobierno debería ponerse a afrontar la situación con varias premisas. La primera que tiene dos años por delante que no puede perder. Probablemente serán cruciales para nuestro futuro económico. Los problemas de nuestra economía hace tiempo que fueron diagnosticados. Los principales: la baja productividad; la debilidad exportadora de nuestro tejido productivo; la inadecuación de nuestro sistema educativo para nuestras necesidades competitivas; la rigidez de ciertos mercados, entre otros, el laboral, que castiga a los más jóvenes y mejor formados de nuestra población.
Esos problemas existían cuando entramos en el euro, siendo ministro de economía Rodrigo Rato. No sólo los expertos, sino los grupos socialistas en la oposición, señalaron los efectos de tener, a la vez, unos tipos de interés “europeos” y una inflación “española”: la gente era incentivada a endeudarse. ¡Era un negocio! Y en España, por causa de una legislación del suelo que viene del franquismo, los ciudadanos españoles creyeron que comprar pisos era la mejor forma de ahorrar. Así que con el euro se lanzaron a ahorrar comprando viviendas, que cada vez eran más caras, debido a que el personal las atesoraba. La burbuja inmobiliaria estaba incubándose desde aquellos años. En Italia, donde las familias han ahorrado su dinero en otras cosas, la crisis actual es mucho menos grave que en España, sin las cifras desesperantes de desempleados, y sin el parque excesivo de viviendas que obstaculizará nuestra recuperación.
Sólo en el Senado, recuerdo las intervenciones de los senadores socialistas Lluis Armet, Segundo Bru y Arseni Gibert –los tres destacados economistas- , advirtiendo de la posibilidad de un “crash” en el mercado inmobiliario. Hoy estamos sufriendo las consecuencias de ese “encantamiento del crédito fácil y del suelo que era el oro de aquellos tiempos”. Y aún no sabemos el final del túnel oscuro. Cuando la banca se ponga a hacer la digestión de tanto ladrillo fallido, ¿cómo acabará la historia? ¿Cómo la banca inglesa, o como la banca norteamericana? En cualquier caso, seremos algo más pobres.
La segunda premisa será que el Gobierno deberá actuar sin mirar las encuestas electorales. Si actúa pensando en el futuro, contemplando los ejemplos de la historia reciente, sin preocuparse de los (malos) datos demoscópicos, abordando con firmeza las reformas necesarias para que la recuperación sea también una oportunidad, habrá cumplido con su responsabilidad ante la nación, y además, hasta podrá aspirar a renovar la confianza en la próximas elecciones.
La tercera tiene que ver con el consenso. Deberá intentarlo con los partidos políticos, con los sindicatos y con las patronales. Pero si no lo logra, tiene la obligación de Gobernar en solitario. Esa es su responsabilidad, por otra parte, congruente con la decisión del presidente Zapatero de salir elegido sólo con los votos de los diputados socialistas. El consenso no se alcanza quedándose quieto. Esteban González Pons ha manifestado esta semana a los periodistas que el grupo popular no va a censurar al Gobierno, y que les basta con esperar estos dos años. Creen que con las próximas elecciones autonómicas y municipales, el Gobierno no podrá iniciar ninguna reforma. ¡Sólo emprendiendo esas reformas, Zapatero logrará sacar de la indefinición a Rajoy, poniéndole contra las cuerdas!
La última premisa tiene que ver con un comentario que se atribuye a Willy Brandt: el canciller, el jefe de Gobierno, siempre respaldará a su ministro de economía, aún en las circunstancias más difíciles o discutibles.
Consejero de Estado-Historiador.
JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.
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