Las reflexiones de Tony Blair

La catarsis que vive desde hace ya tiempo el laborismo británico puede acentuarse aún más con la presentación de las memorias de Tony Blair. El ex primer ministro británico abarca en su análisis la práctica totalidad de asuntos importantes que jalonaron la década (1997-2007) en la que estuvo al frente del país. Algo de lo que más de un líder político en ejercicio debería de tomar buena nota. No es que Tony Blair haga un exceso de autocrítica pero, al menos asume que hubo “cosas mejorables” -se refiere a la guerra de Irak-, a la vez que toma para sí la responsabilidad de adoptar decisiones complejas, como fue el propio conflicto iraquí.

A propósito de esto último, llama la atención la contundencia con la que Blair niega arrepentirse de haber entrado en Irak, y lo hace con la misma naturalidad que emplea al referirse a las negociaciones de Irlanda que cristalizaron en el Acuerdo de Viernes Santo. Dos asuntos sumamente espinosos de los que da cumplidas explicaciones. Tampoco pierde ocasión de rectificar en algo tan pintoresco como la prohibición de la caza del zorro. Y, desde luego, no pasa por alto el calamitoso estado actual del laborismo, haciendo responsable en gran medida a su correligionario y ex amigo Gordon Brown.- Es, en definitiva, el ejemplo de alguien que ni cayó en los afanes de protagonismo de Sarkozy, ni en el cúmulo de despropósitos de Zapatero, pero que aportó su sello a nivel interno e hizo otro tanto en Europa. Su ejecutoria no es desdeñable.