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Cuadros ‘perdidos y hallados en el templo’ de Ryôan-ji

Hidehito Higashitani
lunes 25 de octubre de 2010, 13:07h
El templo budista Ryôan-ji de la milenaria ciudad japonesa de Kioto es uno de los monumentos históricos más conocidos del país y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994. Desde hace muchos años es uno de los puntos más visitados por los colegiales nipones en su viaje de estudios y también por el turismo general interior. Y además el hecho de que en 1975 la Reina Isabel II de Inglaterra, con ocasión de su visita oficial a Japón, conociera el templo por su expreso deseo personal y que manifestara su admiración y elogio -después de realizada la visita- por todo el conjunto tanto arquitectónico como ambiental del templo, parece que ha contribuido no poco para convertir el templo en uno de los lugares más preferidos por los turistas extranjeros que visitan Japón.

El Ryôan-ji se fundó hacia mediados del siglo XV por la iniciativa de Hosokawa Katsumoto, señor feudal y potentado de aquella época, y se conserva aún hoy día ese místico ambiente de recogimiento del budismo Zen que invita a todos los visitantes a una profunda reflexión interior.

El lugar más visitado dentro del conjunto del templo es, sin lugar a dudas, el sekitei, jardín seco de rocas de estilo ‘karesansui’ -con arena rastrillada, musgo y rocas que representan montañas y ríos sin introducir agua-, construido a finales del siglo XV. Se trata de un jardín de forma rectangular (22 por 10 metros) situado frente al salón Hôjô, edificio principal, y en el espacio que marca la franja divisoria entre el salón y el jardín se extiende un largo corredor donde solemos ver a muchos visitantes sentados, enfrentándose al jardín y con el salón a su espalda, en su postura de meditación ensimismados en sus pensamienteos y reflexiones interiores.

Las puertas corredizas (llamadas fusuma) de este salón Hôjô, que se sitúa justo en frente del famoso jardín de rocas, estaban decoradas originariamente por unos 70 cuadros pintados en sus paneles por los grandes maestros del siglo XVI, pero la mayoría de las fusumas con pinturas se pasaron a manos ajenas hace más de cien años por unas circunstancias adversas para la religión budista ocurridas en Japón en la segunda mitad del siglo XIX.

Después de la caída del régimen feudal de shogunato y a raíz de la publicación del nuevo decreto de la Separación del Budismo y el Shintoismo emitido por el nuevo gobierno de Meiji en 1868, surge por todo el país un nuevo moviemiento fanático llamado Haibutsu-kishaku –que significa literalmente “Expulsión del Budismo y abandono de sus enseñanzas- en contra de la religión budista y llega a provocar unos actos vandálicos y destructivos de templos budistas e imágenes religiosas de gran valor artístico y cultural.

De esta manera muchos templos budistas tenían que sobrevivir defendiéndose de la destrucción de sus edificios y vendiendo a precios risibles viliosos objetos artísticos. Y concretamente el Ryôan-ji tuvo que ceder a manos ajenas en 1895 sus cuadros de incalculable valor artístico que decoraban las puertas corredizas del salón Hôjô.

En consecuencia, aun hoy día se desconocen los paraderos de la mayor parte de los cuadros desaparecidos, aunque algunos de ellos se guardan por suerte en unos pocos museos públicos como el Museo Metropolitano de Nueva York y el de Seattle o por algunos coleccionista particulares anónimos.

Pero he aquí una grata noticia que nos acaba de sorprender. El pasado día 15 de septiembre en la subasta que tuvo lugar en Nueva York en la conocida casa de subasta Christie’s se ofrecieron seis piezas de los paneles de cuadros que originalmente pertenecían al templo Ryôan-ji y felizmente los cuadros se adjudicaron al agente del templo a precio de unos 87 mil dólares. Los cuadrdos son de Kanô Takanobu (1571-1618), conocido pintor de la escuela Kanô de aquella época. Estos seis cuadros son de los 71 que habían sido vendidos allá por los años 1895 por el mismo templo en su difícil período de empobrecimiento material. De esta forma después de 115 años los paneles de puertas corredizas han podido regresar a su lugar de origen y el día 20 fueron presentados a los periodistas en el mismo templo de Ryôan-ji.

Los cuadros rescatados esta vez son: Cuatro paneles que forman parte del conjunto del “Retrato colectivo de anacoretas” que representa a unos anacoretas y figuras de unos niños y dos paneles que forman parte del conjunto del “Cuadro de arpas y partidas de Go” con unas personas que se divierten tocando el koto, arpa oriental, y otras personas jugando al “Go”, juego tradicional de tablero.

Con estos cuadros ‘perdidos y hallados’ y felizmente reincorporados al templo, parece que el salón Hôjô ha conseguido recuperar mucho de su ambiente original. En fin, un lugar muy idóneo para cualquier visitante, sea nativo o extranjero, para una meditación de estilo Zen con el jardín de rocas en frente.

Hidehito Higashitani

Catedrático de la Dokkyo University

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