Empezó por pedir a la UE una "nueva relación" con la dictadura castrista para terminar el mes reiterando su negativa a condenar la actuación de Marruecos en el Sáhara Occidental. Entre tanto, ha afirmado que en Venezuela no hay presos políticos, ha viajado a Bolivia, Ecuador, Argentina y Portugal, ha sido dos veces ninguneada por el presidente del Gobierno y ha dicho "respetar" las limitaciones a la libertad de prensa impuestas por el reino alauí. Un mes al frente de la cancillería española o los 30 días de Trinidad Jiménez como jefa de nuestra diplomacia.
El miércoles 20 de octubre de este año, José Luis Rodríguez Zapatero hizo pública la tercera remodelación de su gabinete en los dos años transcurridos de su segunda legislatura. Más allá del impacto causado por el cambio más relevante efectuado en el Gobierno -la salida de
María Teresa Fernández de la Vega y la entrega de los más importantes resortes del poder a
Alfredo Pérez Rubalcaba- ningún analista pasó por alto el nombramiento de Trinidad Jiménez al frente de la cartera de Asuntos Exteriores y Cooperación que suponía la destitución de
Miguel Ángel Moratinos, el jefe de la diplomacia española durante los seis años de gobierno de Zapatero.

La designación de Jiménez se produjo sólo 17 días después de que perdiera, frente a
Tomás Gómez Franco, las primarias del partido socialista por la candidatura a las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid. Jiménez fue la apuesta del jefe del Ejecutivo para tratar de frenar a
Esperanza Aguirre y, tras su derrota, recibió del presidente el puesto que probablemente más deseara: la cartera de Exteriores. Ya había pasado tres años en el Palacio de Santa Cruz como secretaria de Estado para Iberoamérica entre 2006 y 2009, año en el que fue nombra por Rodríguez Zapatero Ministra de Sanidad y Política Social. El traspaso de cartera de Moratinos a Jiménez se produjo el 21 de octubre de este año.

Era jueves y la siguiente cita en la agenda de la nueva ministra estaba fijada para el lunes 25. Reunión complicada en Luxemburgo durante el Consejo de Ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) que debatía, precisamente en el estreno de Jiménez, la política hacia La Habana. Nuestra ministra pidió a sus homólogos enviar a Cuba la "señal" de que la UE está dispuesta a entablar una "nueva relación" con la isla para afianzar así el proceso de reformas iniciado, en su opinión, por el régimen castrista. No logró una modificación de la llamada
Posición Común que desde 1996 condiciona la relación con
Cuba a los avances en Derechos Humanos, pero sí que se empezara a negociar la posibilidad de un acuerdo comercial y político con la dictadura.
Al día siguiente recibió en su despacho a Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno de la
Ciudad de México y dirigente destacado del Partido de La Revolución Democrática (PDR) y el miércoles 27 firmó un Convenio Marco de Cooperación con su
homólogo sudanés Ahmed Ali Karti. Entonces nos sorprendió a todos la repentina muerte de Néstor Kirchner y Trinidad Jiménez viajó a Buenos Aires junto al ex presidente del Gobierno y Embajador Extraordinario y Plenipotenciario para la Conmemoración de los Bicentenarios de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas, Felipe González, para asistir en nombre de España a las exequias del ex Presidente argentino.

A su regreso a Madrid, se encontró con una pregunta difícil en el Senado por boca del portavoz del PNV,
Iñaki Anasagasti. La cuestión eran las gestiones que tiene previsto hacer el Ejecutivo para que puedan ser liberados los
presos políticos de Venezuela, a lo que la jefa de la diplomacia española respondió que ni Amnistía Internacional ni Human Right Watch han catalogado a ningún recluso venezolano como preso político y que es el criterio de estas ONG el que se tiene en cuenta para calificarlos como tal.

Tras firmar con el Alcalde de Madrid,
Alberto Ruiz Gallardón, la cesión del Palacio de Cañete como nueva sede de Casa Sefarad-Israel, la ministra se reunió con su
homólogo marroquí, Taieb Fassi-Fihri, el 3 de noviembre. Lo más destacado del encuentro fue, por la polémica desatada acto seguido, la rueda de prensa conjunta que ofrecieron. El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos cargó contra la Prensa española en un intento por justificar la prohibición de entrada al campamento saharaui Gdeim Iziky a los periodistas españoles, de quienes dijo "confunden sus deseos con la realidad". Jiménez aseguró que no compartía estas limitaciones a la libertad de prensa, pero que las respetaba.
Nada polémico ni trascendente fue sin embargo su encuentro con el ministro de Exteriores de
Guinea Ecuatorial, Pastor Michá, a quien recibió tras posar en La Moncloa con el recién nombrado gabinete al completo el viernes 5 de noviembre. Tras tres días en Madrid, la ministra emprendió viaje a
Bolivia y Ecuador, países en los que fue recibida tanto por sus homólogos David Choquehuanca y Ricardo Patino como por los presidentes de los dos países latinoamericanos. Primero visitó al hospitalizado líder boliviano,
Evo Morales, a quién obsequió con un jamón de jabugo, y después se reunión con
Rafael Correa, presidente ecuatoriano.

No regresó a España precipitadamente, pero si muy reclamada por la oposición porque, mientras Jiménez estaba a otro lado del Atlántico, las fuerzas de seguridad marroquíes habían desmontado -"a sangre y fuego", según los saharauis, y "de forma pacífica", según Rabat- el campamento de
Gdeim Iziky el 8 de noviembre. El bloqueo a la prensa española se mantenía y se mantiene, crecía la indignación de los ciudadanos tras la muerte de un niño de 14 años, de un español de origen saharaui, después de numerosas denuncias de detenciones arbitrarias y torturas, de la expulsión de El Aaiún de periodistas y activistas españoles y de un largo etcétera de alarmantes noticias sobre posibles violaciones de los
derechos humanos por parte de Marruecos en el
Sáhara Occidental. Incluso una ONG ha denunciado ante la Audiencia Nacional a tres ministros del reino alauí y al gobernador de la capital saharaui, y los españoles han salido a la calle (13 de noviembre) para reclamar al Gobierno de Rodríguez Zapatero una condena de los actos violentos y una enérgica presión ante los organismos internacionales para que se resuelva el conflicto con la máxima celeridad.


Trinidad Jiménez está siendo muy criticada por la gestión de este conflicto en el Sáhara Occidental y se subraya el segundo plano al que constantemente la está relegando el presidente del Gobierno. Primero, Zapatero envió al recién destituido
Moratinos a Argelia, en plena crisis, con la excusa de tratar sobre la improbable Cumbre del Mediterráneo y con la evidente misión de rebajar la tensión y recabar el apoyo de Argel. Y segundo, el vicepresidente primero,
Alfredo Pérez-Rubalca, se reúne con su homólogo marroquí en Madrid para tratar la los sucesos del campamento y de
El Aaiún. Entre tanto, la ministra de Exteriores evita tratar el espinoso asunto saharaui en su primera comparecencia como tal en el Pleno Congreso de los diputado y se enroca en la negativa a condenar la actuación marroquí durante el duro rifirrafe del 16 de noviembre con toda la oposición en el Senado. "Sin confirmación de los datos, un gobierno responsable no debe especular", ha asegurado Jiménez en la Cámara Alta ante la unanimidad de los grupos de la oposición que le exigían una condena a la actuación marroquí.

A pesar de bronca que rodea a la ministra por el Sahara Occidental, Trinidad Jiménez se ha desplazado este miércoles a
Lisboa para reunirse con el Presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, el Primer Ministro, José Sócrates Pinto de Sousa, y el Ministro de Asuntos Exteriores, Luis Amado. Se trata del primer viaje que realiza como responsable de Asuntos Exteriores y de Cooperación a un país de la Unión Europea, como símbolo de la
especial relación que une a España con Portugal.
Pero, igual que al volver de Bolivia y Ecuador, la crisis saharaui aguardaba a la ministra en Madrid a su regreso de tierras lusas. Este jueves, sólo dos días antes de cumplir treinta al frente de nuestra diplomacia, Trinidad Jiménez tuvo que dar cuenta de la muy criticada gestión que el Gobierno sigue haciendo del conflicto. Fue en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso y su comparecencia recibió las críticas de toda la oposición por
"tibia" e incluso
"cómplice" de los hechos porque, una vez más, la ministra se negó a condenar la actuación de Marruecos amparándose en la "falta de datos". Jiménez sólo dijo querer un
"informe independiente" sin concretar si lo había pedido ya ni a quién y a manifestar su "profunda preocupación".