Leaks y leeks (Goteras y puerros)
martes 07 de diciembre de 2010, 12:20h
Ahora que sé dónde termina el mar, que he conseguido medir el punto exacto en que las olas lamen la nieve con su aliento de fundición. Ahora que los perros exhiben hocicos como narices de Kate Moss, que me llueve los hombros esta caspa de poliespán de hielo. Ahora que el inocente deja tantas huellas como el asesino y queman menos las vergüenzas del fútbol. Justo ahora, es un mal momento para tener goteras.
El otro día me topé con una en el baño. Había adquirido una forma casi humana. A punto estuve de hablarle educadamente, convencida de obtener respuesta (no sabía si debía hacerlo en inglés o en español). También barajé la posibilidad de que se tratara de una aparición, ya saben, como aquellas caras de Bélmez. La rechacé enseguida: aquella mancha no me pareció fraudulenta. Tuve que aceptar que no era más que una gotera, aunque, desde luego, no una gotera cualquiera. La humedad tenía algo de humano más allá de su aspecto y por ella vienen filtrándose, desde hace días, los chismes de los vecinos, amenazando así la paz de mi hogar.
La mancha dice que la señora alemana que vive en el número 8 es poco creativa. Dice que mi casero es un romántico trasnochado, que a los rusos de la colonia de chalets les gusta jugar a Batman y Robin cuando nadie los ve. Que los pakistaníes del bazar no son de fiar, que los del restaurante chino quieren hundir el negocio a los del restaurante coreano. Que el boliviano que vive cruzando la calle tiene cáncer y que el juez que toma café en Costa tiene esas ojeras porque no descansa: unos mafiosos lo someten a chantajes y presiones. Dice que el francés paticorto que se pavonea del brazo de esa señora imponente es un exhibicionista y un autoritario, que el iraní solitario es un tipo malo, malo, al que no quieren ni los suyos. Que la argentina que vende esas delicias de dulce de leche es una histérica, que el italiano juerguista, un viejo verde. Dice que el tejano de melena creciente y bigote menguante sufre ante la tentación de volver a las andadas...
Atribulada de congoja y alarmada por lo que pueda decir de mí esta mancha deslenguada en mi ausencia, no he dudado en recurrir a la ayuda de profesionales:
– How can I help you? (¿En qué puedo ayudarle?)
– I have a leak problem. (Tengo un problema de goteras.)
– Leek problem? (¿Un problema de puerros?)
– No. LEAK problem. (No. De GOTERAS.)
Mientras cuelgo el teléfono y espero impaciente la llegada del técnico, pienso lo amable que hubiera sido que creciera en mi baño un buen manojo de puerros con los que hacerme un puré calentito, en vez de esta gotera cotilla, justo ahora que las olas besan la nieve con sus labios de fragua.