Revolución árabe: terroristas contra demócratas

A las imágenes de mercenarios subsaharianos contratados por el régimen libio para masacrar a los manifestantes -algunos de los que han sido capturados, tras disparar desde las azoteas de Trípoli contra la población civil, así lo han confesado-, se unen las revelaciones de que Irán habría recurrido a milicianos de Hizbolá para reprimir las protestas contra Ahmadineyad. O lo que es lo mismo, sicarios mercenarios y terroristas confesos al lado de tiranos que no dudan en emplear a gente de la peor calaña para masacrar a su propia gente, deseosa únicamente de libertad y democracia.

Si la situación ya era grave de por sí, estos hechos la empeoran mucho más. Por otra parte, retratan bien a las claras tanto a Ahmadineyad como a Gadafi, el cual se ha refugiado en la Venezuela de Chávez. Sea o no cierta esta información, proveniente de fuentes británicas no confirmadas, no resta un ápice a la realidad de una represión masiva y sangrienta a cargo de sus hijos. Una represión de tal envergadura que ha suscitado una Fatua de los Imanes musulmanes dando legitimidad a la rebelión.

Todo esto refuerza la teoría según la cual no todas las revueltas del mundo árabe están cortadas por el mismo patrón. Tunecinos y egipcios protestaban contra la falta de libertad y el exceso de corrupción. Ahora, libios e iraníes lo hacen, además, para denunciar a unos tiranos que no dudan en disparar contra ciudadanos desarmados con tal de perpetuarse en un poder en el que están de manera ilegítima. Cualquier otro tipo de consideración hacia los regímenes de Libia e Irán estaría fuera de lugar, y así debe entenderlo la comunidad internacional.