¿Berlusconi candidato en 2013?
Andrea Donofrio
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adonofriohotmailcom/9/9/17
lunes 12 de septiembre de 2011, 21:25h
Durante un acto del Pueblo de la Libertad (PdL), Angelino Alfano, el secretario político de la formación, anunció que Silvio Berlusconi se presentará a las próximas elecciones generales que deberían celebrarse en Italia en 2013. La decisión ha sorprendido ya que el cavaliere llevaba unos meses anunciando su renuncia, su deseo de “pasar el turno”, mostrándose cansado e incluso dispuesto a marcharse de “este país de mierda” tal como lo calificó el mismo presidente de Gobierno el pasado julio. Aún así, la posibilidad de que Berlusconi se presente en 2013 no resulta tan sorprendente y, aunque aún no ha sido confirmada –ni desmentida- por el mismo, invita a alguna reflexión y, sobre todo, a postergar el ocaso político del mandatario, a posponer una vez más el réquiem por este régimen, a retrasar las posibilidades de renovación de la política nacional.
La posible candidatura de Berlusconi demostraría que, en un centro-derecha desorientado, frágil y desgastado por riñas intestinas, el cavaliere más que el pasado y presente del partido, representa, a sus casi 75 años, el futuro. Por eso no extraña que los lugartenientes del partido afirmen “sin Berlusconi no hay futuro”. No obstante, la afirmación de Alfano y la aprobación general del PdL anula cualquier esperanza de renovación del partido, confirma el inmovilismo de la formación de Gobierno, la perduración de toda una clase política. Asimismo, certifica que, a pesar de los múltiples escándalos sexuales, del interminable enfrentamiento con la Magistratura, de la grave crisis económica negada y escondida a los italianos, de la edad que avanza…Berlusconi representa el líder indiscutido e indiscutible del partido. A pesar del declive de Berlusconi –y del berlusconismo-, no hay alternativa, ni un candidato carismático que pueda recoger su herencia y cambiar el rumbo a un partido cuestionado y decepcionante.
De esa manera, la decisión descartaría el rumor de que Berlusconi quiera presentarse a presidente de la República. Eso parece fruto y consecuencia de su egolatría y vanidad: quiere ser votado, elegido por los italianos, necesita el consenso y el respaldo. La constante búsqueda del plebiscito a pesar de que la crisis económica y el plan de austeridad están minando su popularidad. Sólo una postilla sobre este último punto: aunque pueda parecer paradójico, el electorado, que le ha perdonado todo, no parece dispuesto a indultarle de la crisis, reconociendo su responsabilidad y preocupación predominante por sus intereses personales, privados.
Mientras tanto, dentro de la misma coalición de Gobierno empiezan a levantarse unas tímidas voces críticas, tanto que algunos piden a Berlusconi “un paso atrás” e incluso que deje vía libre a un “pacto de fin legislatura”. Frente a estas invitaciones, el Gobierno, compacto e interesado, se opone vehementemente recordando que “los Gobiernos los eligen los electores”. En este caso especifico, este concepto, pronunciado por varios ministros (La Russa, Rotondi, Matteoli…) en diferentes declaraciones, resulta casi grotesco, ciertamente paradójico y risible. No porque no sean cierta. Pero resulta poco creíble que estos altos cargos no sepan que el actual Gobierno no es aquel que ganó con mayoría absoluta, sino más bien una formación hibrida, reconstruida con tránsfugas y chaqueteros votados por los electores cuando militaban en otras formaciones políticas. La formación política que los italianos votaron en 2008 se desmoronó, dejando paso a un experimento metamórfico, kafkiano, compuesto por políticos que han vendido sus ideales y traicionado a los electores para “salvar el país”, hechizados por el cavaliere y por su dinero, más que por su diseño político. La justificación de la supervivencia del Gobierno en virtud de una presunta soberanía popular, de un voto legítimo, ofende a la inteligencia de los electores de derecha o, de verdad, creen que pueden convencerles de que ¡sin saberlo votaron a Scilipoti!
El final político de Berlusconi, tantas veces anunciado y desmentido, parece que tendrá que esperar. Sin embargo, si el Gobierno sigue preocupándose exclusivamente por el 2013, alejado de la realidad italiana y de sus problemas, interesado en su supervivencia política, puede que se vote ya en 2011. Como decía Flaiano, en Italia “la situación es grave, pero no seria”.
Politólogo
Andrea Donofrio es politólogo, experto en Relaciones Internacionales e investigador del Instituto Ortega y Gasset
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