Rajoy: un Gabinete cohesionado y profesional para actuar con decisión

Tras la jura como presidente del Gobierno ante su Majestad el Rey, Mariano Rajoy ha anunciado la estructura del nuevo Ejecutivo y en un escueto comunicado en el Palacio de la Moncloa ha enumerado los nombres de los ministros del nuevo Gabinete, cuya nómina hace honor a la promesa de previsibilidad que el propio Rajoy prometió desde el primer instante. Aún más, la nómina ministerial revela el rechazo del nuevo presidente a la asignación de cuotas, de ningún tipo, en la asignación de altos cargos. No solo en relación con la paridad por género –una simetría que el último Gobierno de Rodríguez Zapatero no pudo sostener-, ya que ahora figuran cuatro mujeres ministras frente a ocho hombres ministros, sino tampoco cuotas de otra índole, por ejemplo, territoriales, o por afinidad a otros partidos o agentes sociales con los que se quisiera pactar o llegar a acuerdos. Estas prácticas, que se habían hecho habituales en los últimos lustros, han sido drásticamente desechadas en beneficio de una selección basada en la competencia según las prioridades y objetivos marcados por el programa electoral y las líneas maestras del discurso de investidura.

El resultado es un grupo ministerial de mucha más alta capacitación que los que le han precedido, dotado de una mayor idoneidad no solo para ocupar los cargos sino para sacar adelante los compromisos perentorios que estos cargos deben asumir aquí y ahora en las actuales circunstancias y que muestra más coherencia interna de la que ha sido habitual.
Esa congruencia interna ha sido aún más reforzada a través del más que previsible nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como ministra de la Presidencia, vicepresidenta y portavoz del nuevo Gobierno. Por ambos motivos no es predecible la descoordinación y voces dispares, en ocasiones francamente contrapuestas, que en los últimos Ejecutivos añadieron incertidumbre y desconcierto a una situación ya de por sí descontrolada e imprevisible.

Del mismo modo, el nombramiento de Luis de Guindos como ministro de Economía y Competitividad suma a su reconocida competencia, una experiencia contrastada tanto en la gestión pública –como secretario de Estado a las órdenes directas de Rodrigo Rato, en un periodo particularmente brillante de la administración económica-, así como una inestimable veteranía en la empresa privada y el sector financiero. Dos vertientes que garantizan un conocimiento profundo de la mecánica interna de la crisis y recursos para acometer actuaciones tan cruciales como la reducción de la deuda, la fusión bancaria y remodelación del sector financiero o las medidas para impulsar nuestra competitividad. Mariano Rajoy tampoco ha caído en prejuicios generacionales cuando ha incorporado a su Gabinete a ministros ya experimentados en superar situaciones de crisis –por más que fuesen de otro índole-, retomando a veteranos de incuestionable valía como Ana Pastor o Miguel Arias Cañete. Entre los nombres que se hacen cargo por primera vez de una cartera ministerial, el nuevo jefe del Ejecutivo tampoco se ha marcado la prioridad de ofrecer caras nuevas como motivación central frente a los medios de comunicación, sino que más bien ha prevalecido la trayectoria profesional de cada uno de ellos, como demuestran, entre otros, el del nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Juan Manuel García Margallo, hasta este momento vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, o el de Alberto Ruiz Gallardón que deberá aplicar a fondo sus dotes de gestión pública para coordinar una profunda reforma de la administración de Justicia en España.

Quedan por nombrar las subsecretarias y demás altos cargos –donde el partido presidido por Mariano Rajoy posee una extensa cantera altamente cualificada-, cuya designación seguirá con toda certeza los mismos criterios de selección del Gabinete ministerial. Además de coherencia y competencia, los nuevos ministros se caracterizan por tener una estrecha vinculación al jefe de Gobierno, siendo todas ellas personas de su total confianza y de lealtad probada a Mariano Rajoy, dentro de un diseño que adelgaza prudentemente la estructura gubernamental.

Ahora Mariano Rajoy ha cumplimentado todos los trámites y posee un equipo confeccionado plenamente a su medida, sin ningún tipo de concesiones a intereses ajenos. Razón de más para que esta nueva maquinaria se pongan en marcha con premura, porque el tiempo para tomar decisiones y poner en ejecución los planes proyectados no puede dilatarse ni siquiera con la excusa de las festividades navideñas. El nuevo Gobierno ha sido elegido bajo circunstancias excepcionales y debe reaccionar con una análoga premura igualmente excepcional.