En protesta por la reducción de tropas en Ceuta y Melilla
Mujeres de militares preparan una "cacerolada" contra el Gobierno
jueves 10 de abril de 2008, 00:07h
Más de 300 oficiales y suboficiales y sus familias deberán abandonar el 1 de julio sus destinos en Ceuta y Melilla, dentro de los planes de Rodríguez Zapatero para negociar con Marruecos el futuro de las dos ciudades españolas. El Ministerio de Defensa ha esperado a que pasaran las elecciones del 9 de marzo para comunicar a las unidades afectadas, con tan sólo tres meses de antelación, el listado de personal que ha de trasladado a la península, según denuncian 34 esposas de militares destinados en Melilla en una carta dirigida a EL IMPARCIAL.
No entienden cómo han primado “intereses políticos”, por encima del respeto a las personas, cuando los cambios de destinos y cierre de unidades contemplados en el “Programa de Reorganización y Adaptación Orgánica del Ejército” se comunican con un año de antelación. Sólo en Melilla serán desplazados, en este primer semestre, cerca de 90 oficiales y suboficiales; y una cifra similar en el segundo.
En medios militares ha causado estupor la drástica reducción de cuadros de mando -cerca del 40 por ciento- en las dos ciudades autónomas, cuando sólo se preveían “ciertos ajustes” para 2008. La victoria de Rodríguez Zapatero podría haber activado los planes para disminuir la presencia militar en Ceuta y Melilla, condición exigida por el rey Mohamed VI para iniciar la “hoja de ruta” que conduciría a la cosoberanía hispano-marroquí de las dos ciudades.
En Ceuta y Melilla está previsto suprimir este año las unidades logísticas que prestan apoyo a las guarniciones, los batallones -uno por cada ciudad- del Cuartel General y varios Regimientos pasarán de sus dos Batallones actuales a uno. El citado programa de reorganización, que también afecta a unidades de la península y Canarias, se prolongará hasta 2011, un año antes de que finalice la legislatura recién estrenada.
Concentraciones de protesta
El colectivo de esposas de militares afectados han programado diversos actos de protesta. Así, este viernes tienen previsto concentrarse ante la Delegación del Gobierno melillense a las 20.30 horas para expresar su preocupación por el futuro de la ciudad y de sus familias. Las “caceroladas” se repetirán cada viernes hasta recibir una “solución satisfactoria” del Ejecutivo.
En su larga carta, las esposas no ponen en cuestión la disciplina militar ya que “en su profesión va implícito el cumplimiento de cualquier disposición que emane del mando porque ello va en beneficio de España, pero resulta que nuestros maridos son cabeza de familia y, además de sus responsabilidades profesionales, tienen otra serie de responsabilidades para con nosotros que no pueden obviar”.
Explican que cuando sus esposos fueron destinados a Melilla, como consecuencia de otra reorganización anterior, y en muchos casos compraron sus viviendas que hasta ese momento por razones de movilidad no habían hecho, “no se contemplaba ninguna reducción de fuerza para esta plaza”.
Después de enumerar los problemas que supone, tanto personales como para la viabilidad futura de Melilla, la decisión gubernamental, le piden al presidente del Gobierno y al ministro de Defensa que “se enteren de cúal es la realidad melillense, que no es como cualquier otra ciudad, que aquí una maniobra como ésta, además de suponer la ruina para muchas economías familiares, supone la ruina para muchos comerciantes y, en definitiva la ruina de la ciudad”.
Por su interés reproducimos íntegro el texto de la misiva dirigida a EL IMPARCIAL:
Soy esposa de uno de los, supuestamente diez, militares que según el Sr. Delegado del Gobierno van a ser “reducidos” en Melilla. Junto a mi marido y solamente en su unidad, se han repartido alrededor de treinta comunicaciones, de cese en el destino a partir del día uno del próximo mes de Julio… treinta Sr. Delegado, y eso sólo en una unidad que no es la más afectada.
El razonamiento de mi marido es que él es militar y que, en su profesión, va implícito el cumplimiento de cualquier disposición que emane del mando porque ello va en beneficio de España.
Pero resulta que mi marido es cabeza de familia y, además de sus responsabilidades profesionales, tiene otra serie de responsabilidades para con nosotros (su familia) que no puede obviar.
Así, cuando vinimos a Melilla, por cierto como consecuencia de un ajuste anterior similar a éste, no se contemplaba ninguna reducción de fuerza para esta plaza y, según la norma de destinos en vigor, podríamos, por fin, fijar nuestra residencia en un lugar por tiempo suficiente para organizarnos, adquirir una vivienda que hasta entonces y por razón de movilidad no podíamos haber adquirido y, en suma, vivir los últimos años profesionales de mi marido con tranquilidad.
Pero parece que, por lo visto, es necesario ahora reducir el número de efectivos en Melilla y entre los, supuestamente diez, mandos a reducir (el Sr. Delegado del Gobierno dixit) se encuentra mi marido.
¿Se han parado a pensar en el Ministerio de Defensa lo que eso supone…?
Indudablemente, parece ser que desconocen las peculiaridades de nuestra pequeña ciudad:
En Melilla, a pesar de lo que el Sr. Delegado del Gobierno pueda decir, la reducción va a ser, según el Sr.Presidente de la ciudad, superior a mil efectivos. Eso supone que el mercado de la vivienda de nueva construcción se va a estancar. A este mercado se sumarán las viviendas que los militares “reducidos” dejarán vacías. Los alquileres caerán por los suelos con lo que aquellos que consigan mantener sus viviendas alquiladas, tendrán que hacerlo por cuatro cuartos y los que pretendan venderlas, si lo consiguen, seguro que perderán parte de lo invertido en ellas. Habrán familias que tendrán que pagar una vivienda allá donde les toque ir, teniendo una hipoteca aquí en Melilla, de una vivienda que no pueden ni vender ni alquilar porque no habrá quien compre o alquile y, todo eso, con el agravante de ver su sueldo notablemente disminuido al perder la indemnización por residencia.
Muchos serán los pequeños comercios que se verán afectados por esta reducción y de las graves situaciones familiares que se crearán por cuestión de colegios, estudios de hijos mayores y trabajos de las esposas podríamos enumerar otro montón de problemas.
Efectivamente, los militares están para cumplir órdenes de sus superiores y ellos lo hacen y no suelen decir ni pío, pero eso no le da derecho al Ministerio de Defensa a jugar con ellos, con sus familias y con su patrimonio.
¿Es necesario reducir fuerza en Melilla…? Seguro que nuestro vecino del otro lado de la frontera piensa que sí.
Pues bueno, si esa reducción es tan necesaria, por lo menos Sr. Presidente del Gobierno de España, Sr.Ministro de Defensa, Sres. Generales… entérense de cual es la realidad melillense, entérense de que Melilla no es como cualquier otra ciudad de la península, entérense de que aquí, todas las posibilidades son mucho más limitadas y que una maniobra como ésta, además de suponer la ruina para muchas economías familiares, puede suponer la ruina de muchos comerciantes de la ciudad y, en definitiva, la ruina de ésta.
Y lo que no se puede hacer, de ninguna manera, es comunicar con un plazo de tres meses, un cambio de situación de la envergadura de éste y menos por motivos electorales porque esto se sabía desde hace ya mucho tiempo.
No Sr. Delegado del Gobierno, no son rumores, son realidades que muchas familias melillenses ya hemos empezado a sufrir.
Y esto, no ha hecho más que empezar.
M.A. Moreno Albarracín, M. Guevara Bernabé, A. Castillo López, M.A. del Campo Sedano, A. Sánchez Guijarro, Y. González Molina, M. Joya Moreno, M.D. Morales González, M.J. Aguilar Villegas, C. León Núñez, S. Puerto Jiménez, B. Pajares Rebolledo, F. García Guirao, M.J. García Núñez, A. Gallardo López, C. Rivero Leal, D. Rodríguez Álvarez, V. G. Martín González, C. Paula Gosch, M.T. Zea Guirón, M. Levy Cohén, M.A. Cabezas Oteiza, M. del Mar Díaz Gómez, M.T. González Barrachina, M. Rodríguez Mateos, M.D. Moreno Montes, M.C. Salinas Calleja, R. Rodríguez Navarro, M.P. Castellano Trevilla, A. Granados Sánchez, V. González Platero, I. Sánchez Cavada, M. García Terrez y N. López Membrive.