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Víctor García de la Concha

Marcos Marín Amezcua
sábado 28 de enero de 2012, 20:43h
Desde ultramar y desde ya, celebro el nombramiento de Don Víctor García de la Concha como nuevo director del Instituto Cervantes. El «Don» lo coloco en mayúsculas, naturalmente.

No ha podido ser mejor la elección al recaer en una persona que se ha cubierto de gran prestigio, gracias a su anterior atinada dirección de la Real Academia Española. La misma que solemos llamar en México “de la Lengua Española”.

El Instituto Cervantes es una pieza clave en la enseñanza del idioma español y de la cultura hispánica por el mundo, con presencia en todo el orbe y miles de estudiantes que se acercan a nuestra lengua y a nuestra cultura compartidas. No es cosa menor.

Desde el viernes 27 de enero de 2012, García de la Concha habrá de despachar a unos pasos del madrileñísimo entronque de la calle de Alcalá con la Gran Vía, en el precioso edificio engalanado de notables Cariátides a manera de columnario, que flanquean su puerta principal que mira justo a Alcalá, misma que un par de veces he cruzado. Mejor sitio, imposible.

Debo decir que solo supe de García de la Concha aquel día en que fue llamado a dirigir la Academia, a finales de los años noventa, pero desde entonces su afable carácter, su disposición y hasta su proclividad mediática en tiempos de las telecomunicaciones –que son la base de la globalización– lo convirtieron en una figura asaz conocida en cierto mundo académico, especializado en los temas que trata y contó con una presencia constante en América. Es uno de los rostros de la España de hoy más conocidos fuera de ella.

Considero que, no obstante que no contaba con la tremenda y apabullante trayectoria de su importante predecesor, Don Fernando Lázaro Carreter –también con mayúsculas el tratamiento– reconozcamos que no le hizo falta. Buscó apoyo en los medios a su alcance y entendiendo el cariz de nuestra época, pronto condujo a la RAE al siglo XXI, informatizándola y dotándonos a los hablantes de nuevas y trascendentales herramientas, además del casi tricentenario diccionario, elaboradas con el concurso de todos los académicos de “las cinco partes del mundo” y que han venido a nutrir el panorama lingüístico de un idioma con 500 millones de hablantes, más o menos; un enriquecimiento efectuado siempre con el concurso de las otras veintiún academias de la lengua.

García de la Concha ha sido incluyente y como hablante hispanoamericano se lo reconozco y se lo agradezco, puesto que no me pasa desapercibido su ánimo y me adelanta así con él, lo que puedo esperarme de su gestión al frente del Instituto Cervantes.

Por supuesto que todas esas enormes piezas de consulta que dejó a su paso por la RAE, son mejorables, pero el paso está dado y para bien. Y me sumo al grupo de quienes estamos disconformes con los cambios ortográficos de 2010. Mas no hay que revolver las cosas.

Designarlo para ocupar tan importante cargo, que dignamente ha ejercido Doña Carmen Caffarel, no es poco y es verdaderamente una gran noticia que debe alegrarnos a todos, máxime que, pienso, estaba como un poco desaprovechada la garra, el ánimo inconfundible de García de la Concha desde que concluyó su dirección en la RAE. Estoy cierto que al Instituto Cervantes le esperan grandes momentos con él al frente.

Y sí. Ahora va al Cervantes y me congratulo por ello. Soy asiduo usuario de sus valiosos foros de consulta desde noviembre de 2002 y los he promovido en cuántos foros he podido hacerlo. No puedo sino externar mi reconocimiento al IC que, además, me ha permitido resolver una ingente cantidad de dudas y me ha facilitado conocer a personas de primerísima. Debo expresar mi agradecimiento al ser un foro abierto a españoles y extranjeros como es mi caso, financiado con recursos públicos españoles. Merece conocerse aún más este gran esfuerzo e impulsarse.

En esa misma tesitura, de forma general expreso mi reconocimiento a Carmen Caffarel ahora que se separa del cargo y a su equipo cercano, por la conducción del Instituto Cervantes en estos años. Y quiero hacerle patente mi agradecimiento por su compromiso y la atención recibida de su parte –en abril de 2010 a mi llamada a su oficina, desde la madrugada mexicana– cuando valorando yo ciertos desempeños inadecuados que comprometían la buena imagen de la institución a su cargo, intercedió atendiendo mi requerimiento sobre aquello que era menester y urgente, sin dilación. No se me olvida. Sé que no fue fácil, como me lo expresó un directivo vía correo electrónico, pero se tomaron medidas y, desde entonces, las cosas han ido mucho mejor y para bien. No quiero dejar pasar esta ocasión para expresárselo.

Luego entonces, el nombramiento de Víctor García de la Concha es magnífico y anticipa buenas noticias, aun en la coyuntura que enfrenta la destacada institución, por lo que hago votos para que se resuelva todo de la mejor manera.

Enhorabuena por la designación y le deseo muchos parabienes a él y al Instituto Cervantes que cumple sus primeros 15 años y merece que sean celebrados como corresponde. Siempre lo he expresado –fuerte y quedito– y sé que es una verdad incontrastable: el Instituto Cervantes y todo lo que pasa dentro de él y a su alrededor, se juega siempre, en todo momento, la imagen de España en el mundo. Por ende, la noticia me ha alegrado desde el primer minuto en que la conocí aquí en México, pues sé que desde esa nueva encomienda, Don Víctor García de la Concha le dará un renovado lustre y brillo al nombre de España, que tanto estimo y valoro desde ultramar.
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