Ha sido una constante en los discursos que varios ministros han pronunciado durante los muchos actos de toma de posesión de altos cargos celebrados a lo largo de las cinco últimas semanas en Madrid. Lo ha dicho, sobre todo, el titular de la cartera de Asuntos Exteriores,
José Manuel García-Margallo, pero también el ministro de Educación, Cultura y Deporte,
José Ignacio Wert, y hasta el responsable del departamento de Defensa,
Pedro Morenés.
Los tres se han hecho eco de lo que definen como uno de los principales objetivos del Gobierno y los tres han puesto de manifiesto su voluntad de cooperar en la tarea encomendada expresamente por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
De las palabras de estos y otros miembros de Ejecutivo se desprende el empeño del Consejo de Ministros en “vender” España, en
potenciar la “marca España” fuera de nuestras fronteras y en involucrar en ese trabajo a todos, del Rey hacia abajo, pero sobre todo a las grandes empresas y a las multinacionales, a los deportistas, a las Fuerzas Armadas, a los intelectuales con la lengua española por bandera y la cultura como buque insignia de lo que nuestro país es y del lugar que debería ocupar en el mundo, al turismo, a la diplomacia, etc.
No es la primera vez que este tipo de iniciativas ocupa en democracia a quienes habitan y visitan el Palacio de La Moncloa, pero los resultados nunca han sido realmente importantes y, aunque han logrado mejorar la imagen de España en el exterior -para luego dejarla caer de nuevo- lo cierto es que no han conseguido barrer los
estereotipos y tópicos que aún pesan sobre nuestra sociedad en el imaginario colectivo extranjero, incluso en el europeo, el más cercano.
Da la sensación de que esta vez el Gobierno va muy en serio con el asunto de “vender” España, de potenciar la “marca España”, porque se ha puesto manos a la obra nada más llegar al poder. Además de las palabras de los ministros, se han sucedido ya
reuniones de trabajo con los más importantes empresarios de España y se ha encargado al catedrático de Sociología y miembro del consejo editorial de este periódico,
Emilio Lamo de Espinosa, la coordinación de un equipo de trabajo dedicado a la “marca España”.
La labor de
colocar a nuestro país en el lugar que merece en el mundo no será fácil, sobre todo porque a la vez habrá que hacer los deberes en el interior y arreglar la casa para mostrársela en condiciones a los invitados. La simultaneidad al poner a punto el país y venderlo fuera de nuestras fronteras favorecerá el éxito de esta tarea si se hacen las reformas en profundidad y no sólo se redecoran las paredes; si se acometen las modificaciones necesarias con celeridad máxima y resultados evidentes; si se coordinan con precisión y eficacia -tal y como parece estar previsto- la acción de todos los ministerios y actores implicados; y si la sociedad española asume también como propia, con orgullo y
sin complejos, pero también sin histrionismo, la “marca España” y la necesidad de que esta sea por todos potenciada para el bien de todos.