Argentina: y a la final la oposición no pudo…
viernes 15 de mayo de 2009, 15:59h
En una nota publicada el día 29 de marzo pasado, quien escribe estas líneas analizaba los múltiples desafíos que debía enfrentar la oposición para articular una coalición electoral alternativa frente al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, entendiendo que los mismos representaban al mismo tiempo una oportunidad en la medida en que la propia oposición así también lo entendiera; recordemos brevemente los obstáculos para la construcción de esa alternativa enunciados en su oportunidad.
El primer desafío que señalamos era el de hacer frente al fantasma del traumático final de la experiencia aliancista en el año 2001; el segundo, la capacidad de articular una solución de carácter cooperativa que permita dirimir las diferencias entre líderes “presidenciables” de espacios políticos laxos y no de estructuras partidarias con fuerte anclaje territorial y arribar a una fórmula medianamente satisfactoria para las expectativas de los candidatos a la jefatura del ejecutivo en el 2011; el tercero, el acortamiento de los tiempos para la conformación de alianzas electorales de estas características en el 2009, producto del adelantamiento de las elecciones de diputados nacionales para el mes de junio por parte del gobierno nacional: la oposición finalmente no pudo, no supo o no quiso hacer “lo obvio”.
¿Cómo se presenta entonces el panorama de la oposición?
Por una parte, una alianza electoral entre el “peronismo disidente” y sectores de centro-derecha referenciados en Propuesta Republicana (PRO) y que presenta como principales figuras a Francisco de Narváez, Felipe Solá y Mauricio Macri (estos dos últimos además con aspiraciones presidenciales para el 2011); por otra, una coalición entre diferentes actores de matriz radical (Coalición Cívica, GEN, la propia Unión Cívica Radical, Consenso Federal) y el Partido Socialista siendo figuras “presidenciables” de este espacio político Elisa Carrió, Julio Cobos y Hermes Binner entre otras.
En la “vereda de enfrente” nos encontramos con un oficialismo que ha logrado preservar una precaria cohesión interna, a partir de la puesta en escena de la candidatura de Néstor Kirchner en el principal distrito electoral del país, la provincia de Buenos Aires, y la participación de jefes de los poderes ejecutivos provincial y comunales en las listas de diputado nacional y legislaturas municipales como candidatos de carácter “testimonial” con el propósito de evitar el deterioro del poder político que ejerce el ex presidente de la nación y presidente del Partido Justicialista.
La disputa que se avecina para las elecciones del 28 de junio próximo se desarrollará en cuatro diferentes direcciones: en primer lugar la confrontación entre la oposición (peronista y pan radical-socialista) y el oficialismo “kirchnerista”; en segundo lugar la disputa dentro del peronismo entre sus expresiones “oficialista” y “disidente” dirimiendo una vez el peronismo sus cuestiones internas en una contienda nacional constituyendo una suerte de “sistema político en si mismo” como sostuviera el sociólogo argentino Juan Carlos Torre; tercero, una competencia política en la oposición entre el peronismo “disidente” y el pan radicalismo-socialismo con vistas a definir en el terreno electoral que actor del arco opositor se constituirá como el referente “natural” del mismo, y finalmente la contienda que tendrá lugar en el seno de la coalición panradical-socialista por la sucesión presidencial en el 2011.
Se trata de una elección que, en definitiva, deberá ser analizada sin el dramatismo de dilemas como el kichnerista “gobernabilidad o caos”, pero si con la seriedad de reconocer su importancia para definir la carrera por la sucesión política de Cristina Fernández de Kirchner.